¿CUÁL ES EL QUINTO MANDAMIENTO?
A.
El quinto mandamiento es: "Honra a tu padre y a tu madre, porque tus días
se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da." Ex. 20: 12.
1. ¿QUÉ SE QUIERE DAR A ENTENDER POR PADRE Y MADRE EN EL QUINTO
MANDAMIENTO?
A.
Por padre y madre en el quinto mandamiento, se quiere significar no sólo los
padres naturales. Prov. 23:22-25. Oye a tu padre, a aquel que te engendró; Y cuando tu madre
envejeciere, no la menosprecies. Compra la verdad, y no la venda; La sabiduría,
la enseñanza y la inteligencia. Mucho se alegrará el padre del justo, Y el que
engendra sabio se gozará con él. Alégrense tu padre y tu madre, Y gócese la que
te dio a luz. Efe.
6:1-2. Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres,
porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer
mandamiento con promesa.
B.
Sino todos los superiores, tanto en edad. 1
Tim. 5:1-2. No reprendas al anciano, sino
exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas,
como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza.
C.
Como en aptitudes. Gen 4:20-21. Y Ada dio a luz a Jabal, el cual fue padre de los que habitan en
tiendas y crían ganados. 21 Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue
padre de todos los que tocan arpa y flauta. Gen 45:8. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto
por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la
tierra de Egipto.
D.
Y con especialidad aquellos que por las ordenanzas de Dios están sobre nosotros
en un lugar de autoridad, ya sea en la familia. 2 Rey. 5:13. Mas sus criados se
le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna
gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?
E.
En la iglesia. Gal 4:19. Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que
Cristo sea formado en vosotros. 2
Rey. 2:12. Viéndolo Eliseo, clamaba:
¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le
vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes. 2 Rey. 13:14. Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió. Y descendió a él
Joás rey de Israel, y llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre mío,
carro de Israel y su gente de a caballo! F.
O en la sociedad. Isa. 49:23. Reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas;
con el rostro inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies; y
conocerás que yo soy Jehová, que no se avergonzarán los que esperan en mí.
2. ¿POR QUÉ SON LLAMADOS PADRE Y MADRE LOS SUPERIORES?
A.
Los superiores son llamados padre y madre, porque se les enseñan sus deberes
para con los inferiores, como a padres naturales; a que expresen amor y ternura
hacia ellos, conforme a sus varias relaciones. Efe. 6:4. Y vosotros, padres,
no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y
amonestación del Señor. 1
Tes. 2:7-11. Antes fuimos tiernos entre
vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan grande
es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el
evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a
sernos muy queridos. Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga;
cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros,
os predicamos el evangelio de Dios. Vosotros sois testigos, y Dios también, de
cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los
creyentes; así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos,
exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros. Comp. Núm.
11:11, 12, 16;
B.
Y a los inferiores les enseña a obrar con la más buena voluntad y alegría en el
cumplimiento de sus deberes para con sus superiores, como lo hicieran con sus
padres. 1 Corintios 4:14-16. No escribo esto para avergonzaros, sino para
amonestaros como a hijos míos amados. Porque aunque tengáis diez mil ayos en
Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por
medio del evangelio. Por tanto, os ruego que me imitéis.
3. ¿HASTA DÓNDE LLEGA LA EXTENSIÓN GENERAL DEL QUINTO MANDAMIENTO?
A.
La extensión general del quinto mandamiento alcanza al cumplimiento de todos
aquellos deberes que tenemos los unos para con los otros en nuestras diversas
relaciones, como superiores, inferiores o iguales. Efe. 5:21. Someteos unos a
otros en el temor de Dios.
1 Ped. 2:17. Honrad a todos. Amad a los
hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey. Rom. 12:10. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra,
prefiriéndoos los unos a los otros.
4. ¿CUÁL ES LA HONRA QUE LOS INFERIORES DEBEN A LOS SUPERIORES?
A.
La honra que los inferiores deben a los superiores es, toda la debida
reverencia en corazón. Mal. 1:6. El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo
padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová
de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y
decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? Lev. 19:3. Cada uno temerá a su madre y a su padre, y mis días de reposo
guardaréis. Yo Jehová vuestro Dios.
B.
Palabra. Prov. 31:28. Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también
la alaba: 1
Ped. 3:6. como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor;
de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer
ninguna amenaza.
C.
Porte. Levítico 19:32. Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano,
y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová. 1 Rey. 2:19. Vino Betsabé al rey Salomón para hablarle por Adonías. Y el rey se
levantó a recibirla, y se inclinó ante ella, y volvió a sentarse en su trono, e
hizo traer una silla para su madre, la cual se sentó a su diestra.
D.
Oración y gratitud para ellos. 1 Tim. 2:
1-2. Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas,
oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; 2 por los
reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y
reposadamente en toda piedad y honestidad.
E.
La imitación de sus virtudes y gracias. Heb.
13:7. Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la
palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e
imitad su fe. Fil.
3:17. Hermanos, sed
imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis
en nosotros.
F.
La obediencia voluntaria a sus mandatos y consejos lícitos. Efe. 6:1-7. Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.
Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para
que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no
provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación
del Señor. Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor,
con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los
que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón
haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a
los hombres.
1 Ped. 2:13-14. Por causa del Señor someteos a
toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores,
como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que
hacen bien.
Comp. Rom. 13:1-6; Heb. 13:17; Prov. 4:3, 4; 23:22;
G.
La debida sumisión a sus correcciones. Heb.
12:9. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres
terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos
mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? 1 Ped. 2: 18-20. Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente
a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar. Porque esto
merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre
molestias padeciendo injustamente. Pues ¿qué gloria es, si pecando sois
abofeteados, y lo soportáis? Más si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis,
esto ciertamente es aprobado delante de Dios.
H.
La fidelidad a ellos. Tit. 2:9-10. Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en
todo, que no sean respondones; 10 no defraudando, sino mostrándose fieles en
todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador.
I.
La defensa. 1 Sam. 26:15-16. Y dijo David a Abner: ¿No eres tú un hombre? ¿Y quién hay como tú en
Israel? ¿Por qué, pues, no has guardado al rey tu señor? Porque uno del pueblo
ha entrado a matar a tu señor el rey. Esto que has hecho no está bien. Vive
Jehová, que sois dignos de muerte, porque no habéis guardado a vuestro señor,
al ungido de Jehová. Mira pues, ahora, dónde está la lanza del rey, y la vasija
de agua que estaba a su cabecera.
2 Sam. 18:3. Mas el pueblo dijo: No saldrás;
porque si nosotros huyéremos, no harán caso de nosotros; y aunque la mitad de
nosotros muera, no harán caso de nosotros; mas tú ahora vales tanto como diez
mil de nosotros. Será, pues, mejor que tú nos des ayuda desde la ciudad. Comp. Esther 6:2;
J.
Y sostén de sus personas y autoridad, Mat.
22:21. Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a
César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Rom. 13:6-7. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de
Dios que atienden continuamente a esto mismo. Pagad a todos lo que debéis: al
que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al
que honra, honra.
K.
Conforme a sus varios rangos y a la naturaleza de sus puestos. 1 Tim. 5: 17-18. Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble
honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno
es el obrero de su salario. Gal.
6:6. El que es enseñado en la palabra, haga partícipe
de toda cosa buena al que lo instruye. Comp.
Gén.
45:11; 47:12;
L.
Sobrellevando sus debilidades y ocultándolas con amor. Gén.9:23. Entonces Sem y
Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia
atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así
no vieron la desnudez de su padre. 1
Ped. 2:18. Criados, estad sujetos con todo
respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a
los difíciles de soportar. Comp. Prov. 23:22; Sal. 127:3-5; Prov. 31:23.
5. ¿CUÁLES SON LOS PECADOS QUE LOS INFERIORES COMETEN CONTRA LOS
SUPERIORES?
A.
Los pecados de los inferiores contra los superiores son, toda negligencia en
los deberes exigidos para con ellos. Mat.
15:4-6. Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a
tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero
vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a
Dios todo aquello con que pudiera ayudarte, ya no ha de honrar a su padre o a
su madre. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición.
B.
Envidiarlos. Núm. 11:28-29. Entonces respondió Josué hijo de Nun, ayudante de Moisés, uno de sus
jóvenes, y dijo: Señor mío Moisés, impídelos. Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú
celos por mí? Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová
pusiera su espíritu sobre ellos.
C.
Menospreciarlos. 1 Sam. 8:7. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan;
porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine
sobre ellos. Isa.
3:5. Y el pueblo se hará violencia unos a otros, cada
cual contra su vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el villano
contra el noble.
D.
La rebelión. 2 Sam. 15:21-23. Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del
anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal. Y Samuel dijo:
¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se
obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los
sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como
pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación.
Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para
que no seas rey.
E.
Contra sus personas. Ex. 21:15. El que hiriere a su padre o a su madre, morirá.
F.
Y posiciones. I Sam. 10:27. Pero algunos perversos dijeron: ¿Cómo nos ha de salvar éste? Y le
tuvieron en poco, y no le trajeron presente; mas él disimuló.
G.
Sus buenos consejos. 1 Sam. 2:25. Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si
alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz
de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir.
H.
Mandatos y correcciones. Deut.21:18-21. Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la
voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les
obedeciere; 19 entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los
ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; 20 y dirán a los
ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a
nuestra voz; es glotón y borracho. 21 Entonces todos los hombres de su ciudad
lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel
oirá, y temerá.
I.
Maldecirlos, burlarlos, Prov. 30:11. Hay generación que maldice a su padre Y a su madre no bendice. Y 17. El ojo que escarnece a su padre Y menosprecia la enseñanza de la
madre, Los cuervos de la cañada lo saquen, Y lo devoren los hijos del águila.
J.
Así como todo porte refractario y escandaloso, que traiga la vergüenza y la
deshonra para los superiores y su gobierno. Proverbios 19:26. El que roba a su
padre y ahuyenta a su madre, Es hijo que causa vergüenza y acarrea oprobio.
6. ¿QUÉ SE EXIGE DE LOS SUPERIORES PARA CON LOS INFERIORES?
A.
Se requiere de los superiores que conforme al poder que han recibido de Dios y
aquellas relaciones en las que ellos están, amén a sus inferiores. Col. 3:19. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Tit. 2:4. Que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos.
B.
Oren por ellos. 1 Sam. 12:23. Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar
por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto. Job. 1:5.
Y acontecía que habiendo pasado en turno los días
del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía
holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán
pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta
manera hacía todos los días.
C.
Y los bendigan. 1 Reyes 8:55-56. y puesto en pie, bendijo a toda la congregación de Israel, diciendo en
voz alta: Bendito sea Jehová, que ha dado paz a su pueblo Israel, conforme a
todo lo que él había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expresó
por Moisés su siervo, ha faltado.
Gén. 49:28. Todos éstos fueron las doce
tribus de Israel, y esto fue lo que su padre les dijo, al bendecirlos; a cada
uno por su bendición los bendijo.
D.
Los instruyan. Deut. 6:6-7. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las
repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el
camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
E.
Aconsejen, y amonesten. Efe. 6:4. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino
criadlos en disciplina y amonestación del Señor.
F.
Los protejan. 1 Ped. 3:7. Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor
a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la
vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
G.
Defiendan, recomienden. Rom. 13:3. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el
bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y
tendrás alabanza de ella.
1 Ped. 2: 14. Ya a los gobernadores, como por
él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien.
H.
Y recompensen como es debido. Est. 6:3. Y dijo el rey: ¿Qué honra o qué distinción se hizo a Mardoqueo por
esto? Y respondieron los servidores del rey, sus oficiales: Nada se ha hecho
con él.
I.
Que no los ayuden. Romanos 13:4. Porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme;
porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para
castigar al que hace lo malo.
J.
Que los reprendan y castiguen cuando así sea necesario; Prov. 29:15. La vara y la corrección
dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre. Rom. 13:4. Porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme;
porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para
castigar al que hace lo malo.
K.
Que los protejan. Prov. 29:12-18. Si un gobernante atiende la palabra mentirosa, Todos sus servidores
serán impíos. El pobre y el usurero se encuentran; Jehová alumbra los ojos de
ambos. Del rey que juzga con verdad a los pobres, El trono será firme para
siempre. La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará
a su madre. Cuando los impíos son muchos, mucha es la transgresión; Mas los
justos verán la ruina de ellos. Corrige a tu hijo, y te dará descanso, Y dará
alegría a tu alma. Sin profecía el pueblo se desenfrena; Mas el que guarda la
ley es bienaventurado.
Isa. 50:10-11. ¿Quién hay entre vosotros que
teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de
luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios. He aquí que todos
vosotros encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro
fuego, y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor
seréis sepultados.
L.
Y provean de todas las cosas necesarias para el alma. Efe. 6:4. Y vosotros, padres,
no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y
amonestación del Señor.
ll.
Y para el cuerpo. 1 Tim. 5:8. Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su
casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.
M.
Y que por un porte grave, sabio, santo y ejemplar, procuren glorificar a Dios. 1 Tim. 4:12. Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes
en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Tit. 2:3-5. Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes,
extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en
malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se
manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres,
nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo.
N.
Honrarse a sí mismas. 1 Rey. 3:28. Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al
rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar.
Ñ.
Y así preservar aquella autoridad que Dios les ha confiado. Tit. 2: 15. Esto habla, y exhorta y reprende con toda
autoridad. Nadie te menosprecie.
7. ¿CUÁLES SON LOS PECADOS DE LOS SUPERIORES?
A.
Los pecados de los superiores son, además de la negligencia en los deberes
exigidos a ellos. Eze. 34:2-4. Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y
di a los pastores: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel,
que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños?
Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no
apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la
enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada,
ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y
con violencia.
B.
Un cuidado desordenado por sí mismo. Fil.
2:21. Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es
de Cristo Jesús.
C.
Por su propia gloria. Juan 5:44. ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los
otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?
D.
Comodidad, utilidad y placer. Isa.
56:10-11. Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes;
todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el
dormir. Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben
entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio
provecho, cada uno por su lado.
Deut.17:17. Ni tomará para sí muchas
mujeres, para que su corazón no se desvíe; ni plata ni oro amontonará para sí
en abundancia. E.
El mandar cosas ilícitas. Hch.1:17.18. Y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. Éste,
pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se
reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Dan. 3:4-6. Y el pregonero anunciaba en alta voz: Mandase a vosotros, oh pueblos,
naciones y lenguas, que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril,
del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os
postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado; y cualquiera
que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de
fuego ardiendo.
F.
O las que los inferiores no tienen poder para cumplir. Ex. 5:10-19. Y saliendo los
cuadrilleros del pueblo y sus capataces, hablaron al pueblo, diciendo: Así ha
dicho Faraón: Yo no os doy paja. Id vosotros y recoged la paja donde la
halléis; pero nada se disminuirá de vuestra tarea. Entonces el pueblo se
esparció por toda la tierra de Egipto para recoger rastrojo en lugar de paja. Y
los cuadrilleros los apremiaban, diciendo: Acabad vuestra obra, la tarea de
cada día en su día, como cuando se os daba paja. Y azotaban a los capataces de
los hijos de Israel que los cuadrilleros de Faraón habían puesto sobre ellos,
diciendo: ¿Por qué no habéis cumplido vuestra tarea de ladrillo ni ayer ni hoy,
como antes? Y los capataces de los hijos de Israel vinieron a Faraón y se
quejaron a él, diciendo: ¿Por qué lo haces así con tus siervos? No se da paja a
tus siervos, y con todo nos dicen: Haced el ladrillo. Y he aquí tus siervos son
azotados, y el pueblo tuyo es el culpable. Y él respondió: Estáis ociosos, sí,
ociosos, y por eso decís: Vamos y ofrezcamos sacrificios a Jehová. Id pues,
ahora, y trabajad. No se os dará paja, y habéis de entregar la misma tarea de
ladrillo. Entonces los capataces de los hijos de Israel se vieron en aflicción,
al decírseles: No se disminuirá nada de vuestro ladrillo, de la tarea de cada
día. Mat.
23:2-4. En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y
los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo;
mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. Porque atan
cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los
hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
G.
Aconsejar. Mat. 14:8. Ella, instruida primero por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la
cabeza de Juan el Bautista. Mar.
6:24. Saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella
le dijo: La cabeza de Juan el Bautista.
H.
Esforzar. Jer.5:30-31. Cosa espantosa y fea es hecha en la tierra; los profetas profetizaron
mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo
quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin? 2 Sam. 13:28. Y Absalón había dado orden a sus criados, diciendo: Os ruego que
miréis cuando el corazón de Amnón esté alegre por el vino; y al decir yo: Herid
a Amnón, entonces matadle, y no temáis, pues yo os lo he mandado. Esforzaos,
pues, y sed valientes.
I.
O favorecer a éstos en lo que es malo. Jer.6:13-14.
Porque desde el más chico de ellos hasta el más
grande, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote,
todos son engañadores. Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo:
Paz, paz; y no hay paz.
Eze. 13:9-10. Estará mi mano contra los
profetas que ven vanidad y adivinan mentira; no estarán en la congregación de
mi pueblo, ni serán inscritos en el libro de la casa de Israel, ni a la tierra
de Israel volverán; y sabréis que yo soy Jehová el Señor. Sí, por cuanto
engañaron a mi pueblo, diciendo: Paz, no habiendo paz; y uno edificaba la
pared, y he aquí que los otros la recubrían con lodo suelto.
J.
Disuadirlos. Juan 7:46-49. Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este
hombre! Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido
engañados? ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?
Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es. Juan 9:28. Y le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros,
discípulos de Moisés somos.
K.
Desanimarlos o no ayudarles en lo que es bueno. 1 Ped. 2: 19-20. Porque esto merece
aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias
padeciendo injustamente. Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo
soportáis? Más si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es
aprobado delante de Dios. Heb.
12: 10. Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos
disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es
provechoso, para que participemos de su santidad. Deut. 25:3. Se podrá dar cuarenta azotes, no más; no sea que, si lo hirieren con
muchos azotes más que éstos, se sienta tu hermano envilecido delante de tus
ojos.
L.
Corregirles indebidamente. Lev. 19:29. No contaminarás a tu hija haciéndola fornicar, para que no se
prostituya la tierra y se llene de maldad. Isa. 58: 7. ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes
albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de
tu hermano?
Comp. Gen 38: 11, 26;
ll.
Exponerlos sin consideración, o llevarlos a lo malo, a las tentaciones y
peligros. Efe. 6:4. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino
criadlos en disciplina y amonestación del Señor.
M.
Provocarlos a ira, o de algún modo deshonrándose a sí mismos o menoscabando su
autoridad por un proceder descuidado, injusto, indiscreto o riguroso. Gen 9:21. Y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su
tienda.
1 Rey. 12:13-14. Y el rey respondió
al pueblo duramente, dejando el consejo que los ancianos le habían dado; y les
habló conforme al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre agravó vuestro
yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os
castigaré con escorpiones.
Comp. 1 Rey. 1:6; 1 Sam. 3: 13.
8. ¿CUÁLES SON LOS DEBERES DE LOS IGUALES?
A.
Los deberes de los iguales son considerar la dignidad y merecimiento de cada
uno. 1 Ped. 2:17. Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.
B.
Dar el debido honor al uno delante del otro. Rom. 12:10. Amaos los unos a
los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los
otros.
Fil. 2:3. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes
bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.
C.
Y regocijarse por las cualidades y avances de los demás como si fueran propios. Rom. 12: 15-16. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre
vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en
vuestra propia opinión.
Fil. 2: 4. No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada
cual también por lo de los otros.
9. ¿CUÁLES SON LOS PECADOS DE LOS IGUALES?
A.
Los pecados de los iguales son, además de la negligencia en los deberes,
requeridos de ellos. Rom. 13:8. No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama
al prójimo, ha cumplido la ley.
B.
El no valorizar debidamente la dignidad. Prov.
14:21. Peca el que menosprecia a su prójimo; Mas el que
tiene misericordia de los pobres es bienaventurado. Isa. 65:5. que dicen: Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más
santo que tú; éstos son humo en mi furor, fuego que arde todo el día. 2 Tim. 3:3. Sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes,
crueles, aborrecedores de lo bueno.
C.
El envidiar las dotes. Hch. 7:9. Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto;
pero Dios estaba con él.
Gal. 5:26. No nos hagamos vanagloriosos,
irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.
D.
O la tristeza por el adelantamiento o prosperidad de los otros. 1 Juan 3: 12. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué
causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. Mat. 20:15. Sabiendo esto Jesús, se apartó de allí; y le siguió mucha gente, y
sanaba a todos. Comp. Núm. 12:2; Est. 6: 12, 13; Luc. 15:28,
29;
F.
Así como usurpar la preeminencia sobre los demás. Mat. 20:25-27. Entonces Jesús,
llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de
ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros
no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro
servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo. Juan 9: 16-18. Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de
Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre
pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos. Entonces volvieron
a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es
profeta. Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había
recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la
vista. Comp. Luc. 22:24-26.
10. ¿CUÁL ES LA RAZÓN ANEXA AL QUINTO MANDAMIENTO PARA DARLE MAYOR
FUERZA?
A.
La razón anexa al quinto mandamiento y contenida en estas palabras, porque tus
días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. Ex. 20:12.
B.
Es una promesa expresa de larga vida y prosperidad, tanto cuanto sirva a la
gloria de Dios y al bien propio, hecha a todos los que guarden este
mandamiento. Efes. 6:2-3. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con
promesa; 3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Deut. 5:16. Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para
que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que
Jehová tu Dios te da.
1 Rey. 8:25. Ahora, pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu
siervo David mi padre lo que le prometiste, diciendo: No te faltará varón
delante de mí, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos
guarden mi camino y anden delante de mí como tú has andado delante de mí.
EL QUINTO
MANDAMIENTO.
SU DESIGNIO.
El principio general de deber que se da en este mandamiento es que
deberíamos sentir y actuar de una manera apropiada hacia nuestros superiores.
No importa en qué consista esta superioridad, si es de edad, oficio, poder,
conocimiento o excelencia.
Hay ciertos sentimientos y una cierta línea de conducta que se
debe a aquellos que están por encima de nosotros, por esta misma razón,
determinados y modificados en cada caso por el grado y la naturaleza de esta
superioridad. A los superiores se debe, a cada uno de ellos en conformidad a la
relación que tenga con nosotros, reverencia, obediencia y gratitud.
LA BASE
DE ESTA OBLIGACIÓN SE DEBE ENCONTRAR:
(1) En la voluntad de Dios, que ha impuesto este deber a todas las
criaturas racionales.
(2) En la naturaleza de la relación misma. La superioridad supone, en
alguna forma o grado, de parte del inferior, dependencia y deuda, y por ello es
apropiada la reverencia, gratitud y obediencia y:
(3) En la conveniencia, por cuanto el orden moral del gobierno divino
y de la sociedad humana dependen de esta debida sumisión a la autoridad.
En el caso de Dios, como Su autoridad es infinita, la sumisión de
Sus criaturas debe ser absoluta. A Él le debemos adoración o la más profunda
reverencia, la más ferviente gratitud, y una implícita obediencia. El quinto
mandamiento, sin embargo, trata de nuestro deber con nuestras criaturas.
Lo primero en orden e importancia es el deber de los hijos para
con sus padres, y por ello el deber general queda incorporado en el específico
mandamiento de «Honra a tu padre y a tu madre». La relación filial. Mientras que los deberes relativos de padres
e hijos deben ser en todas partes y esencialmente los mismos, quedan sin
embargo más o menos modificados por varias condiciones de la sociedad.
Hay leyes acerca de esta cuestión en la Biblia que al dirigirse a
un estado de cosas existente antes de la venida de Cristo, ya no son
vinculantes para nosotros. Era inevitable, en el estado patriarcal de la
sociedad, y especialmente en el estado de nomadismo, que el padre de una
familia fuera a la vez padre, magistrado y sacerdote.
Y era natural y correcto que muchas de las prerrogativas
parentales necesarias para tal estado de la sociedad quedaran retenidas en el
estado temporal y transicional organizado bajo las instituciones Mosaicas. Por
ello, vemos que las leyes de Moisés investían a los padres con poderes que ya
no les pueden pertenecer con propiedad, y sostenían la autoridad paterna con
leyes penales que ya no son necesarias.
En el Nuevo Testamento se reconoce y ordena frecuentemente el
deber mandado por el quinto mandamiento. Nuestro mismo bendito Señor estuvo
sujeto a Sus padres (Lc 2:51). El Apóstol ordena a los hijos a que obedezcan a
sus padres en el Señor (Ef 6: 1), y que los obedezcan en todo, porque esto es
agradable al Señor (Col 3:20).
Esta obediencia no debe ser sólo religiosa, sino específicamente
cristiana, por cuanto la palabra Señor, en Efesios 6: 1, se refiere a Cristo.
Esto es patente porque Señor, en el Nuevo Testamento, debe entenderse siempre
de Cristo a no ser que el contexto lo impida; y porque a lo largo de estos
capítulos Señor y Cristo se intercambia, de modo que es evidente que ambas
palabras se refieren a la misma persona.
A los hijos se les manda que obedezcan a sus padres en el Señor,
esto es, como un deber religioso, como parte de la obediencia debida al Señor.
Deben obedecerles «en todo», esto es, en todo lo que pertenezca a la esfera de
la autoridad paterna. Dios nunca ha dado a los hombres una autoridad ilimitada.
Las limitaciones de la autoridad paterna están determinadas en parte por la
naturaleza de la relación, en parte por las Escrituras, y en parte por el
estado de la sociedad o la ley de la tierra.
La naturaleza de la relación supone que los padres deben ser obedecidos
como padres, por gratitud y amor; y que su voluntad debe ser consultada y
respetada incluso cuando sus decisiones no sean finales. No deben ser
obedecidos como magistrados, como si estuvieran investidos con la capacidad de
hacer o administrar leyes civiles, ni como profetas o sacerdotes. No son
señores sobre la conciencia. No pueden controlar nuestra fe ni decidir por
nosotros cuestiones de deber de manera que nos exoneren de nuestra
responsabilidad personal. Al ser un servicio de amor, no admite unos límites
estrictamente definidos.
Los hijos deben amoldarse a los deseos y dejarse controlar por los
juicios de sus padres en todos los casos en que tal sumisión no entre en
conflicto con deberes más elevados. La regla general es simple e inclusiva. No
entra en detalles innecesarios. Prescribe la norma general de la obediencia.
Las excepciones a esta norma deben ser tales que se justifiquen por sí mismas a
una conciencia divinamente iluminada, esto es, una conciencia iluminada por la
Palabra y el Espíritu de Dios. El principio general dado en Ia Biblia en tales
casos es: «Es justo obedecer a Dios antes que a los hombres.»
LA
PROMESA.
Este mandamiento tiene una promesa especial que lo acompaña. Esta
promesa tiene una forma teocrática tal como aparece en el Decálogo: «Para que
tus días se alarguen en la tierra que Dios te da.» El Apóstol, en Efesios 6:3,
al omitir la última cláusula la generaliza, de manera que la aplica no a una
tierra o pueblo, sino a los hijos obedientes en todas partes. La promesa anuncia
el propósito general de Dios y un principio general de Su gobierno
providencial. «La mano del diligente enriquece»; ésta es una norma general que
no queda invalidada si aquí o allí hay
un hombre diligente que permanece pobre.
Les va bien a los hijos obedientes. Prosperan en el mundo. Éste es
el hecho, y ésta es la promesa divina. Siendo la familia la piedra angular del
orden social y de la prosperidad, sigue que son bendecidas las familias en las
que el plan y propósito de Dios es más plenamente llevado a cabo y realizado. Deberes paternos.
Así como los hijos están obligados a honrar y a obedecer a sus
padres, también los padres tienen deberes no menos importantes con respecto a
sus hijos. Estos deberes son sumariamente expresados en Efesios 6:4, primero en
sentido negativo, y luego en forma positiva: «Vosotros, padres, no provoquéis a
ira a vuestros hijos». Esto es lo que no deben hacer. No deben excitar las
malas pasiones de sus hijos por medio de Ira, severidad, injusticia,
parcialidad, o cualquier ejercicio indebido de la autoridad. Este es un gran
mal.
Es sembrar cizaña en lugar de trigo en un suelo feraz. La parte
positiva del deber paterno es expresado en la instrucción global: «sino
criadlos en disciplina (paideia)
y amonestación (noutheseia) del
Señor». La primera de estas palabras es inclusiva, la segunda es específica. La
primera expresa todo el proceso de educación o instrucción; la otra el especial
deber de advertencia y corrección.
La «disciplina y amonestación» deben ser de carácter cristiano;
esto es, no sólo tal como lo que Cristo aprueba y ordena, sino que es
verdaderamente suya, esto es, que Él ejercita por medio de Su palabra y
Espíritu por medio del padre como Su órgano. «Cristo es presentado ejercitando
esta disciplina y amonestación, en tanto que por Él, por Su Espíritu,
influencia y controla al padre.»
Según el Apóstol, este elemento religioso o cristiano es esencial
en la educación de los jóvenes. El hombre tiene una naturaleza religiosa así
como natural. Descuidar la primera sería tan irrazonable como descuidar la
segunda y hacer de la educación una mera instrucción física. Tenemos que actuar
en conformidad a la realidad. Es una realidad que los hombres poseen una
naturaleza moral y religiosa.
Es un hecho que si sus sentimientos morales y religiosos son
iluminados y apropiadamente desarrollados, se vuelven rectos, utiles y felices.
Por otra parte, si estos elementos de su naturaleza quedan sin cultivar o se
pervierten, se vuelven degradados, miserables y malvados. Es un hecho que este
departamento de nuestra naturaleza necesita tanto de la cultura correcta como
la intelectual o la física.
Es un hecho que esta cultura puede ser alcanzada sólo mediante su
inculcación en la mente y su impronta en la conciencia. Es un hecho que esta
verdad, como todos los cristianos creen, está contenida en las Sagradas
Escrituras. Es un hecho, según las Escrituras, que el Hijo eterno de Dios es el
único Salvador de los hombres, y que es por fe en Él y por obediencia a Él, que
los hombres son libertados del dominio del pecado.
Y por ello es un hecho que a no ser que los hijos sean criados en
la disciplina y amonestación del Señor, ellos, y la sociedad que ellos
constituyan o controlen, irá a la destrucción. ... Todo se resume en esto: Los
cristianos están obligados por mandamiento expreso de Dios, así como por
consideración a la salvación de sus hijos y a los mejores intereses de la
sociedad, a procurar que sus hijos sean criados «en disciplina y amonestación
del Señor»; a esto están obligados: por medio del estado si pueden; sin él, si
deben.
La obediencia a los magistrados
civiles. Si el quinto mandamiento instruye, como
principio general, respeto y obediencia a nuestros superiores, incluye nuestras
obligaciones para con los gobernantes civiles. Se nos ordena: «Por causa del Señor,
someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los
gobernadores, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza
de los que hacen el bien. Porque esta es la voluntad de Dios» (1 P 2: 13-15).
Toda la teoría del gobierno civil y del deber de los ciudadanos
para con sus gobernantes queda globalmente enunciada por el Apóstol en Romanos
13:1-5.
ALLÍ SE
NOS ENSEÑA:
(1) Que toda autoridad proviene de Dios.
(2) Que los magistrados civiles están ordenados por Dios.
(3) Que la resistencia a los mismos es resistencia a Él; ellos son
ministros que ejercen Su autoridad entre los hombres.
(4) Que se les debe rendir obediencia a ellos como cuestión de
conciencia, como parte de nuestra obediencia a Dios. De esto se ve de manera
patente:
Primero, que el gobierno civil es una ordenanza divina. No es meramente
una institución humana optativa, algo que los hombres puedan tener o no tener,
según consideren conveniente. No está basado en ningún contrato social; es algo
que Dios ordena.
Segundo: Se incluye en la doctrina del Apóstol que los magistrados derivan
su autoridad de Dios; ellos son servidores de Él, y le representan. ... Los
poderes que existen están ordenados por Dios; es Su voluntad que lo sean, y que
estén revestidos de autoridad.
Tercero: En base .de esto sigue que la obediencia a los magistrados y a la
ley es un deber religioso. Debemos someternos «a toda institución humana) por
causa del Señor, por consideración a Él, como lo expresa San Pedro; o «por
causa de la conciencia», como expresa San Pablo la misma idea.
No estamos obligados a obedecer a los magistrados meramente porque
hayamos prometido hacerlo; ni porque los hayamos designado nosotros; ni porque
sean sabios o buenos, sino porque ésta es la voluntad de Dios. «De modo que
quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que
resisten, acarrean condenación (krima)
para sí mismos.) Esto es, Dios los castigará.
Cuarto: Otro principio incluido en la doctrina del Apóstol es que se debe
obediencia a todo gobierno de facto, sea cual sea su origen o carácter. Sus
instrucciones fueron escritas durante el reinado de Nerón, y ordenaban que se
le obedeciera. A los cristianos primitivos no se les pidió que examinaran las
credenciales de sus gobernantes coetáneos cada vez que la guardia pretoriana
decidiera deponer un emperador y proclamar a otro.
Debemos obedecer «las [autoridades] que hay». Tienen esta
autoridad por la voluntad de Dios, que queda revelada por hechos tan claramente
como por palabras. Es por Él que «los reyes reinan y que los príncipes decretan
justicia.) «El levanta a uno, y a otro lo abaja).
Quinto: Las Escrituras enseñan claramente que ninguna autoridad humana
puede ser ilimitada. Tal limitación puede que no vaya expresada, pero está
siempre implicada. El mandamiento «No matarás» tiene una forma ilimitada, pero
las Escrituras reconocen que el homicidio puede ser en ciertos casos no sólo
justificable, sino obligatorio.
Los principios que limitan la autoridad del gobierno civil y de
sus agentes son sencillos y evidentes.
El primero es que los gobiernos y magistrados tienen autoridad sólo dentro
de sus esferas legítimas. Por cuanto el gobierno civil está instituido para la
protección de la vida y de la propiedad, para la preservación del orden, para
el castigo de los malhechores, y para alabanza de los que hacen lo bueno, sólo
tiene que ver con la conducta o actos externos de los hombres. No puede tocar a
sus opiniones, sean científicas, filosóficas o religiosas.
Una ley del Parlamento o del Congreso ordenando que los ingleses o
americanos deben ser materialistas o idealistas sería un absurdo y una
vaciedad. El magistrado no puede entrar en nuestras familias y asumir la
autoridad paterna, ni en nuestras iglesias y enseñar como un ministro. Un juez
de paz no puede arrogarse las prerrogativas de un gobernador estatal, ni del
presidente de los Estados Unidos. Fuera de su ámbito, un magistrado deja de
serlo.
Una segunda limitación es no menos clara: Ninguna autoridad humana puede obligar
a nadie a desobedecer a Dios. Si todo poder viene de Dios, no puede ser
legítimo cuando se usa contra Dios. Esto es evidente por si mismo.
Cuando a los Apóstoles se les prohibió predicar el Evangelio,
rehusaron obedecer. Cuando los tres amigos de Daniel rehusaron inclinarse ante
la imagen hecha por Nabucodonosor, cuando los primeros cristianos rehusaron
adorar ídolos; y cuando los mártires Protestantes rehusaron profesar los
errores de la Iglesia de Roma, todos se encomendaron a Dios, y alcanzaron el respeto
de todos los hombres buenos. Acerca de esto no puede haber discusión. Es
importante que este principio sea no sólo reconocido, sino también proclamado
públicamente.
Sexto: Otro principio general es que la cuestión de cuándo pueda y deba
desobedecerse al gobierno civil es una que cada individuo debe decidir por si
mismo. Es asunto de juicio individual. Cada hombre tiene que responder a Dios
de sí mismo, y por ello cada hombre debe juzgar por sí mismo acerca de si un
acto es pecaminoso o no.
Daniel juzgó por sí mismo. Así lo hicieron Sadrac, Mesac y
Abed-nego. Lo mismo sucedió con los Apóstoles y con los mártires. Una ley o
mandamiento anticonstitucionales es vacía y nula. Nadie peca desobedeciéndola.
Pero desobedece a riesgo de sí mismo. Si su postura es correcta, queda libre.
Si es incorrecta, a la vista del tribunal competente, tiene que sufrir la pena.
Hay una evidente distinción a establecer entre desobediencia y resistencia.
Uno está obligado a desobedecer la ley o el mandamiento que exija
que peque, pero no sigue de ello que tenga la libertad de resistirse a la
aplicación de la ley. Los Apóstoles rehusaron obedecer a las autoridades
judías; pero se sometieron a la pena infligida. Obediencia a la Iglesia. El Apóstol ordena a los cristianos:
«Obedeced a vuestros pastores, y someteos a ellos; porque ellos velan por
vuestras almas.» «Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de
Dios» (He 13:7, 17).
Nuestro Señor dijo a Sus discípulos que si un hermano que hubiera
ofendido se resistía a otros medios para llevarlo al arrepentimiento, su ofensa
debía ser contada a la Iglesia; y que si se negaba a oír a la Iglesia, debía
ser considerado como gentil y publicano (Mt 18:17). Los principios que regulan
nuestra obediencia a la Iglesia son muy semejantes a los que tienen que ver con
nuestra relación con el Estado.
Así, en tanto que el deber de la obediencia a nuestros superiores,
y la sumisión a la ley, tal como se ordena en el quinto mandamiento, es la
fuente de todo orden en la familia, en la Iglesia y en el Estado, la limitación
de este deber por nuestra más alta obligación para con Dios es el fundamento de
toda libertad civil y religiosa.