Los pecados pueden ser más graves si se
considera:
I.
A. Las
personas que ofenden. Jer. 2:8. Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley
no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas
profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha.
B.
Si ellas son personas de mayor edad. Job.
32:9. No son los sabios los de mucha edad, Ni los
ancianos entienden el derecho.
Y. 12-13. Os he prestado atención, Y he aquí que no hay de
vosotros quien redarguya a Job, Y responda a sus razones. Para que no digáis:
Nosotros hemos hallado sabiduría; Lo vence Dios, no el hombre.
C.
De gran experiencia o gracia. 1 Rey
11:9. Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su
corazón se había apartado de Jehová Dios de Israel, que se le había aparecido
dos veces.
D.
Eminentes por su profesión. 2 Sam.
12:14. Más por cuanto con este asunto hiciste blasfemar
a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá. 1 Cor. 5:1. De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación
cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su
padre.
E.
Cualidades. Sant. 4:17. Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado. Luc. 12:47. Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni
hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes.
F.
Situación. Juan 3:10. Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes
esto?
Jer. 5:4-5. Pero yo dije: Ciertamente éstos
son pobres, han enloquecido, pues no conocen el camino de Jehová, el juicio de
su Dios. Iré a los grandes, y les hablaré; porque ellos conocen el camino de
Jehová, el juicio de su Dios. Pero ellos también quebraron el yugo, rompieron
las coyundas.
G.
Oficio. 2 Sam. 12:7-9. Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre. Así ha dicho
Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano
de Saúl, 8 y te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor en tu seno;
además te di la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera poco, te habría
añadido mucho más. ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová,
haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste
por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón. Eze. 8:11-12. Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa
de Israel, y Jaazanías hijo de Safán en medio de ellos, cada uno con su
incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso. Y me dijo: Hijo de
hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en
tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos: No
nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra.
H.
Si son guías de otros. Rom. 2:21-24. Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que
predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de
adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú
que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? Porque
como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa
de vosotros.
I.
De tal manera que su ejemplo pueda ser seguido por otros. Gal 2:14. Pero cuando vi que
no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante
de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por
qué obligas a los gentiles a judaizar? 2 Ped. 2:1-2. Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre
vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías
destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos
destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los
cuales el camino de la verdad será blasfemado.
II.
A.
Las partes ofendidas: 1 Sam. 2:25. Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si
alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz
de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir. Hch. 5:4. Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu
poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino
a Dios.
B.
Si es directamente contra Dios. 1 Juan
5:10. El que cree en el Hijo de Dios, tiene el
testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no
ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Mat. 21:38-39. Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Éste es
el heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad. Y tomándole, le
echaron fuera de la viña, y le mataron.
C.
Contra sus atributos. Rom. 2:4. ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y
longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?
D.
Y culto; Mal. 1:14. Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y
sacrifica a Jehová lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice Jehová de los
ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones. 1 Cor. 10:21-22. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no
podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. ¿O
provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él?
E.
Contra Cristo o su gracia. Juan 3: 18. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido
condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y. 36. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en
el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Heb. 12:25. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos
que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si
desecháremos al que amonesta desde los cielos.
F.
Contra el Espíritu Santo. Heb. 10:29. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de
Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e
hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Mat. 12:31-32. Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los
hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A
cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será
perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni
en este siglo ni en el venidero.
G.
Su testimonio. Efe. 4:30. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis
sellados para el día de la redención.
H.
Y obras; Heb. 6:4-6. Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron
del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo
gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y
recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo
para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.
I.
Contra los superiores, hombres eminentes. Núm.
12:8. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no
por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor
de hablar contra mi siervo Moisés?
Judas 8. No obstante, de la misma manera también estos
soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las
potestades superiores.
Isa. 3:5. Y el pueblo se hará violencia unos a otros, cada
cual contra su vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el villano
contra el noble.
J.
Y en lo que estamos especialmente relacionados u obligados con ellos, Prov. 30:17. El ojo que escarnece a su padre Y menosprecia la enseñanza de la
madre, Los cuervos de la cañada lo saquen, Y lo devoren los hijos del águila. Sal. 41:9. Y si vienen a verme, hablan mentira; Su corazón recoge para sí
iniquidad, Y al salir fuera la divulgan. Sal. 55:12-14. Porque no me afrentó un enemigo, Lo cual habría soportado; Ni se alzó
contra mí el que me aborrecía, Porque me hubiera ocultado de él; Sino tú,
hombre, al parecer íntimo mío, Mi guía, y mi familiar; Que juntos comunicábamos
dulcemente los secretos, Y andábamos en amistad en la casa de Dios.
K.
Si es contra alguno de los creyentes. Zac. 2:8. Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará
él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de
su ojo.
L.
Especialmente si es un hermano flaco (débil). 1 Cor. 8:11-12. Y por el
conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta
manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia,
contra Cristo pecáis.
Rom. 14:13. Así que, ya no nos juzguemos
más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de
caer al hermano.
Y 15. Pero si por causa de la comida tu hermano es
contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se
pierda aquel por quien Cristo murió. Y
21.
Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada
en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite.
ll.
Si es contra las almas de ellos o de otro. Ez.
13:19. ¿Y habéis de profanarme entre mi pueblo por
puñados de cebada y por pedazos de pan, matando a las personas que no deben
morir, y dando vida a las personas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo
que escucha la mentira?
M. Y
bien común de todos o de algunos. 1 Tes.
2:15-16. los cuales mataron al Señor Jesús y a sus propios
profetas, y a nosotros nos expulsaron; y no agradan a Dios, y se oponen a todos
los hombres, 16 impidiéndonos hablar a los gentiles para que éstos se salven;
así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira
hasta el extremo.
Mat. 23:34-38. Por tanto, he aquí yo os envío
profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a
otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para
que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la
tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de
Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que
todo esto vendrá sobre esta generación. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los
profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a
tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no
quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta.
III.
A.
La naturaleza y calidad de la ofensa:
Isa. 3:9. La apariencia de sus rostros testifica contra
ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de
ellos! porque amontonaron mal para sí. Prov. 6:30-33. No tienen en poco al ladrón si hurta Para saciar su apetito cuando
tiene hambre; Pero si es sorprendido, pagará siete veces; Entregará todo el
haber de su casa. Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento;
Corrompe su alma el que tal hace. Heridas y vergüenza hallará, Y su afrenta
nunca será borrada.
B.
Si es contra la letra expresa de la ley. Ez.
20: 12-13. Y les di también mis días de
reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo
soy Jehová que los santifico. Mas se rebeló contra mí la casa de Israel en el
desierto; no anduvieron en mis estatutos, y desecharon mis decretos, por los
cuales el hombre que los cumpliere, vivirá; y mis días de reposo profanaron en
gran manera; dije, por tanto, que derramaría sobre ellos mi ira en el desierto
para exterminarlos.
C.
Si quebranta muchos mandamientos, conteniendo así muchos pecados. Col. 3:5. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza,
pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría. 1 Tim. 6:10. Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual
codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos
dolores.
D.
Si no solamente concebidos en el alma, sino que se manifiestan en palabras y
acciones. Miq. 2:1-2. ¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y
cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder! 2
Codician las heredades, y las roban; y casas, y las toman; oprimen al hombre y
a su casa, al hombre y a su heredad.
E. Si
escandalizan a otros. Rom. 2:23-24. Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a
Dios? 24 Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los
gentiles por causa de vosotros. Mat.
18:7. ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es
necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el
tropiezo!
F.
Y no admiten reparación. Prov. 6:32-35. Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; Corrompe su
alma el que tal hace. Heridas y vergüenza hallará, Y su afrenta nunca será
borrada. Porque los celos son el furor del hombre, Y no perdonará en el día de
la venganza. No aceptará ningún rescate, Ni querrá perdonar, aunque
multipliques los dones.
Mat. 16:26. Porque ¿qué aprovechará al
hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el
hombre por su alma?
G.
Si son contra los medios. Mat. 11:21-24.
¡Ay de ti, Corazín! Ay de ti, Betsaida! Porque si
en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en
vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por
tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro
y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaúm, que eres levantada hasta el
cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los
milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por
tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la
tierra de Sodoma, que para ti. Juan
15:22. Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado,
no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado.
H.
Misericordias. Deut. 32:6. ¿Así pagáis a Jehová, Pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre que
te creó? Él te hizo y te estableció.
Isa. 1:2-3. Visión de Isaías hijo de Amoz,
la cual vio acerca de Judá y Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y
Ezequías, reyes de Judá. Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla
Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. Esd. 9: 13-14. Mas después de todo lo que nos ha sobrevenido a causa de nuestras
malas obras, y a causa de nuestro gran pecado, ya que tú, Dios nuestro, no nos
has castigado de acuerdo con nuestras iniquidades, y nos diste un remanente
como éste, ¿hemos de volver a infringir tus mandamientos, y a emparentar con
pueblos que cometen estas abominaciones? ¿No te indignarías contra nosotros
hasta consumirnos, sin que quedara remanente ni quien escape?
I.
Juicios. Jer. 5:3. Oh Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad? Los azotaste, y no les
dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus
rostros más que la piedra, no quisieron convertirse. Am. 4:8-11. Y venían dos o tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se
saciaban; con todo, no os volvisteis a mí, dice Jehová. Os herí con viento
solano y con oruga; la langosta devoró vuestros muchos huertos y vuestras
viñas, y vuestros higuerales y vuestros olivares; pero nunca os volvisteis a
mí, dice Jehová. Envié contra vosotros mortandad tal como en Egipto; maté a
espada a vuestros jóvenes, con cautiverio de vuestros caballos, e hice subir el
hedor de vuestros campamentos hasta vuestras narices; mas no os volvisteis a
mí, dice Jehová.
J.
La luz natural. Rom. 1:20-21. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen
claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de
las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo
conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que
se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.
K.
Convicción de la conciencia. Rom. 1:32. Quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican
tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se
complacen con los que las practican. Dan. 5: 22. Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo
esto.
L. Pública
o privada amonestación. Prov. 29:1. El hombre que reprendido endurece la cerviz, De repente será
quebrantado, y no habrá para él medicina.
ll.
Censuras de la iglesia. Mat. 18:17. De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el
cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Tit. 3:10. Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación
deséchalo.
M.
Castigos civiles: Prov. 27:22. Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo majados con
el pisón, No se apartará de él su necedad.
N.
Si son contra nuestras oraciones, propósitos, promesas. Sal. 58:3-7. Se apartaron los
impíos desde la matriz; Se descarriaron hablando mentira desde que nacieron.
Veneno tienen como veneno de serpiente; Son como el áspid sordo que cierra su
oído, Que no oye la voz de los que encantan, Por más hábil que el encantador
sea. Oh Dios, quiebra sus dientes en sus bocas; Quiebra, oh Jehová, las muelas
de los leoncillos. Sean disipados como aguas que corren; Cuando disparen sus
saetas, sean hechas pedazos.
Jer. 42:5-6. Y ellos dijeron a Jeremías:
Jehová sea entre nosotros testigo de la verdad y de la lealtad, si no
hiciéremos conforme a todo aquello para lo cual Jehová tu Dios te enviare a
nosotros. Sea bueno, sea malo, a la voz de Jehová nuestro Dios al cual te
enviamos, obedeceremos, para que obedeciendo a la voz de Jehová nuestro Dios
nos vaya bien.
Y 20-22. ¿Por qué hicisteis errar vuestras almas? Pues
vosotros me enviasteis a Jehová vuestro Dios, diciendo: Ora por nosotros a
Jehová nuestro Dios, y haznos saber todas las cosas que Jehová nuestro Dios
dijere, y lo haremos. Y os lo he declarado hoy, y no habéis obedecido a la voz
de Jehová vuestro Dios, ni a todas las cosas por las cuales me envió a
vosotros. Ahora, pues, sabed de cierto que a espada, de hambre y de pestilencia
moriréis en el lugar donde deseasteis entrar para morar allí.
Ñ.
Votos. Ecl. 5:5. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. Prov. 20:25. Lazo es al hombre hacer apresuradamente voto de consagración, Y
después de hacerlo, reflexionar.
O.
Pactos. Lev. 26:25. Traeré sobre vosotros espada vengadora, en vindicación del pacto; y si
buscareis refugio en vuestras ciudades, yo enviaré pestilencia entre vosotros,
y seréis entregados en mano del enemigo. Jer. 31:32.
No como el pacto que hice con sus padres el día
que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron
mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.
P.
Y compromisos con Dios y con los hombres. Prov.
2:17. La cual abandona al compañero de su juventud, Y
se olvida del pacto de su Dios.
Ez. 17:18. Por cuanto menospreció el
juramento y quebrantó el pacto, cuando he aquí que había dado su mano, y ha
hecho todas estas cosas, no escapará.
Q.
Si fue hecha deliberada. Sal. 36:4. Medita maldad sobre su cama; Está en camino no bueno, El mal no
aborrece.
R.
Voluntaria. Jer. 6:16. Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las
sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso
para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.
S.
Presuntuosa. Núm. 15:30. Mas la persona que hiciere algo con soberbia, así el natural como el
extranjero, ultraja a Jehová; esa persona será cortada de en medio de su
pueblo.
Ex. 21:14. Pero si alguno se
ensoberbeciere contra su prójimo y lo matare con alevosía, de mi altar lo
quitarás para que muera.
T.
Imprudente. Jer. 6: 15. ¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han
avergonzado, ni aun saben tener vergüenza; por tanto, caerán entre los que
caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová. Prov. 7:13. Se asió de él, y le besó. Con semblante descarado le dijo.
U.
Hinchada. Sal. 52:1. Cuando vino Doeg edomita y dio cuenta a Saúl diciéndole: David ha
venido a casa de Ahimelec. ¿Por qué te jactas de maldad, oh poderoso? La
misericordia de Dios es continua.
V.
Maliciosa. Ez. 35:5-6. Por cuanto tuviste enemistad perpetua, y entregaste a los hijos de
Israel al poder de la espada en el tiempo de su aflicción, en el tiempo
extremadamente malo, por tanto, vivo yo, dice Jehová el Señor, que a sangre te
destinaré, y sangre te perseguirá; y porque la sangre no aborreciste, sangre te
perseguirá.
3 Juan 10. Por esta causa, si yo fuere,
recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros;
y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren
recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia.
X.
Frecuente. Núm: 14:22. Todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y
en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz.
Y.
Y obstinadamente. Zac. 7:11-12. Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus
oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni
las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de
los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los
ejércitos.
Z.
Con delicia. Prov. 2:14. Que se alegran haciendo el mal, Que se huelgan en las perversidades
del vicio.
A.
Continuidad. Jer. 9:3-5. Hicieron que su lengua lanzara mentira como un arco, y no se
fortalecieron para la verdad en la tierra; porque de mal en mal procedieron, y
me han desconocido, dice Jehová. Guárdese cada uno de su compañero, y en ningún
hermano tenga confianza; porque todo hermano engaña con falacia, y todo
compañero anda calumniando. Y cada uno engaña a su compañero, y ninguno habla
verdad; acostumbraron su lengua a hablar mentira, se ocupan de actuar
perversamente.
Isa. 57:17. Por la iniquidad de su codicia
me enojé, y le herí, escondí mi rostro y me indigné; y él siguió rebelde por el
camino de su corazón.
B.
O recaída después del arrepentimiento. 2
Ped. 2:20, 21; Heb. 6:4,6;
IV
A.
Las circunstancias del tiempo. Isa.
22:12-14. Por tanto, el Señor, Jehová de los ejércitos,
llamó en este día a llanto y a endechas, a raparse el cabello y a vestir
cilicio; y he aquí gozo y alegría, matando vacas y degollando ovejas, comiendo
carne y bebiendo vino, diciendo: Comamos y bebamos, porque mañana moriremos.
Esto fue revelado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos: Que este
pecado no os será perdonado hasta que muráis, dice el Señor, Jehová de los
ejércitos.
2 Rey. 5:26. El entonces le dijo: ¿No estaba
también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es
tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes,
siervos y siervas?
B.
Y lugar: Jer. 7:10-11. ¿Vendréis y os pondréis delante de mí en esta casa sobre la cual es
invocado mi nombre, y diréis: Librados somos; para seguir haciendo todas estas
abominaciones? ¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre
la cual es invocado mi nombre? He aquí que también yo lo veo, dice Jehová.
C.
Si son en el día del Señor. Eze. 23:38.
Aun esto más me hicieron: contaminaron mi
santuario en aquel día, y profanaron mis días de reposo.
D.
O en otros momentos del culto divino. Isa.
58:3-4. ¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso;
humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día
de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros
trabajadores. 4 He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con
el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo
alto.
E.
O inmediatamente antes. 1 Cor. 11:20-21.
Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es
comer la cena del Señor. 21 Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su
propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga. Jer. 7:9-10. Hurtando, matando, adulterando, jurando en falso, e incensando a Baal,
y andando tras dioses extraños que no conocisteis, ¿vendréis y os pondréis
delante de mí en esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, y diréis:
Librados somos; para seguir haciendo todas estas abominaciones? Y.14. haré también a esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, en la
que vosotros confiáis, y a este lugar que di a vosotros y a vuestros padres,
como hice a Silo.
F.
O después de éste. Prov. 7-15. Por tanto, he salido a encontrarte, Buscando diligentemente tu rostro,
y te he hallado.
G.
O de otras providencias tomadas para prevenir o remediar tales faltas. Neh. 9:13-16. Y sobre el monte de Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el
cielo, y les diste juicios rectos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos
buenos, y les ordenaste el día de reposo santo para ti, y por mano de Moisés tu
siervo les prescribiste mandamientos, estatutos y la ley. Les diste pan del
cielo en su hambre, y en su sed les sacaste aguas de la peña; y les dijiste que
entrasen a poseer la tierra, por la cual alzaste tu mano y juraste que se la
darías. Mas ellos y nuestros padres fueron soberbios, y endurecieron su cerviz,
y no escucharon tus mandamientos.
2 Crón. 36:15-16. Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos
por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su
habitación. Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y
menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira
de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio.
H.
Si fue en público o en la presencia de otros, que puedan ser provocados o
manchados por ellos. Isa. 3:9. La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como
Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! porque
amontonaron mal para sí.
1 Sam. 2:22-24. Pero Elí era muy viejo; y oía
de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres
que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. Y les dijo: ¿Por qué hacéis
cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes.
No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al
pueblo de Jehová.
3. ¿QUÉ ES LO QUE CADA PECADO MERECE A LA VISTA DE DIOS?
A.
Cada pecado, aun el más pequeño, siendo contra la soberanía. Stg. 2:10-11. Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un
punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio,
también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas,
ya te has hecho transgresor de la ley.
B.
Bondad. Deut. 32:6. ¿Así pagáis a Jehová, Pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre que
te creó? Él te hizo y te estableció.
C.
Y santidad de Dios. Hab. 1:13. Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio;
¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más
justo que él.
1 Ped. 1:15-16. sino, como aquel que os llamó
es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque
escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Lev. 11:45. Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para
ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo.
D.
Y contra su justa ley. 1 Juan 3:4. Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado
es infracción de la ley.
Rom. 7:12. De manera que la ley a la
verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.
E.
Merece su ira y maldición. Gal. 3:10. Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo
maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas
las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Efe. 5:6. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la
ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.
F.
Tanto en esta vida. Deut. 28:15. Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar
cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que
vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán. Prov. 13:21. El mal perseguirá a los pecadores, Mas los justos serán premiados con
el bien.
G.
Como en la venidera. Mat. 25:41. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos,
al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Rom. 6:21-23. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os
avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido
libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la
santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte,
mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
H.
Y nada puede expiarlo sino la sangre de Cristo. Heb. 9: 22. Y casi todo es
purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace
remisión.
1 Juan 1:7. pero si andamos en luz, como él
está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo
nos limpia de todo pecado. 1
Ped. 1:18-19. sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la
cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o
plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y
sin contaminación.
4. ¿QUÉ ES LO QUE DIOS REQUIERE DE NOSOTROS PARA QUE ESCAPEMOS DE LA IRA
Y MALDICIÓN QUE HEMOS MERECIDO POR RAZÓN DE LAS TRASGRESIONES DE LA LEY?
A.
Para que escapemos de la ira y maldición de Dios que hemos merecido por razón
de las trasgresiones de la ley, él requiere de nosotros el arrepentimiento para
con Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo. Hech. 20:21. testificando a
judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en
nuestro Señor Jesucristo.
Mar. 1:15. diciendo: El tiempo se ha
cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el
evangelio.
Juan 3:18. El que en él cree, no es
condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el
nombre del unigénito Hijo de Dios.
B.
Y el uso diligente de los medios externos por los que Cristo nos comunica los
beneficios de su mediación. Prov.
8:33-35. Atended el consejo, y sed sabios, Y no lo
menospreciéis. Bienaventurado el hombre que me escucha, Velando a mis puertas
cada día, Aguardando a los postes de mis puertas. 35 Porque el que me halle,
hallará la vida, Y alcanzará el favor de Jehová. Luc. 13:24. Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos
procurarán entrar, y no podrán.
LA LEY
COMO REVELACIÓN Y TRATADO
En toda cultura la ley es religiosa por su origen. Porque la
ley gobierna al hombre y a la sociedad, porque establece y declara el
significado de justicia y rectitud, la ley es ineludiblemente religiosa, puesto
que establece en forma práctica los supremos intereses de una cultura. De igual
manera, una premisa fundamental y necesaria en todo estudio de la ley debe ser,
Primero, un reconocimiento de esta
naturaleza religiosa de la ley.
Segundo, se debe reconocer que en
cualquier cultura la fuente de la ley
es el dios de esa sociedad. Si la ley tiene su fuente en la razón del
hombre, la razón es el dios de
esa sociedad. Si la fuente es una oligarquía, una corte, senado o gobernante,
esa fuente es el dios de ese
sistema. Por eso, en la cultura griega la ley fue en esencia un concepto religiosamente humanístico.
A diferencia de toda ley derivada
de una revelación, el nomos para
los griegos se originaba en la mente (nous).
Por tanto, EL nomos genuina no
es una simple ley obligatoria, sino algo en lo cual una entidad válida en sí
misma se descubre y se apropia. Es «el orden que existe (desde tiempo
inmemorial), es válido y se pone en operación».
Debido a que para los griegos la
mente era un ente con el orden supremo de las cosas, la mente del hombre era
capaz de descubrir la ley suprema (nomos)
con sus propios recursos, al penetrar por el laberinto de accidente y materia a
las ideas fundamentales del ser. Como resultado, la cultura griega se volvió
humanística, porque la mentalidad del hombre era una con lo supremo, y también
neoplatónica, ascética y hostil al mundo de la materia, porque la mente, para ser fiel a sí misma,
tenía que separarse de lo no-mente.
El humanismo moderno, la religión
del Estado, ubica la ley en el Estado y hace del Estado, o del pueblo,
representado por el Estado, el dios del sistema.
Como dijo Mao Tse-Tung: «Nuestro
Dios no es otro que las masas del pueblo chino». En la cultura occidental, la
ley ha ido pasando de Dios a las personas (o al estado) como su fuente, aunque
el poder y la vitalidad históricos de Occidente han estado en la fe y la ley
bíblicas.
Tercero, en una sociedad, cualquier cambio
de la ley es un cambio de religión explícito o implícito. Es más, nada revela
con mayor claridad el cambio religioso en una sociedad que una rebelión legal.
Cuando los cimientos legales pasan de la ley bíblica a la ideología
humanística, eso quiere decir que la sociedad deriva su vitalidad y poder del
humanismo, y no del teísmo cristiano.
Cuarto, no es posible ningún
desestablecimiento de la religión como tal en una sociedad. Una iglesia se
puede desestablecer, y una religión en particular puede ser suplantada por
otra, pero el cambio es a otra religión. Puesto que los cimientos de la ley son
ineludiblemente religiosos, ninguna sociedad existe sin un cimiento religioso o
sin un sistema de ley que codifique la moralidad de su religión.
Quinto, en un sistema de ley no puede
haber tolerancia para otra religión. La tolerancia es un artificio que se usa
para introducir un nuevo sistema de ley como preludio a una nueva intolerancia.
El positivismo legal, fe humanística, ha sido salvaje en su hostilidad al
sistema legal bíblico y ha aducido ser un sistema «abierto ». Pero Cohen, que
dista mucho de ser cristiano, ha descrito muy bien a los positivistas lógicos
como «nihilistas» y su fe como «absolutismo nihilista».
Todo sistema de ley debe mantener
su existencia por hostilidad a todo otro sistema de ley y a cimientos
religiosos foráneos, o de otra manera cometerá suicidio.
Al analizar ahora la naturaleza
de la ley bíblica, es importante notar primero
que, para la Biblia, la ley es revelación. La palabra ley en hebreo es Tora, que quiere decir instrucción, dirección
autoritativa.
El concepto bíblico de la ley es
más amplio que los códigos
legales de la formulación mosaica. Se aplica a la palabra e instrucción divina en su totalidad:
los profetas anteriores también usaron Tora
para denotar la palabra divina proclamada
por medio de ellos (Is 8:16, también el v. 20; Is 30:9; también tal vez Is 1: 10).
Aparte de esto, ciertos pasajes
en los profetas más antiguos usaron
la palabra Tora también para
referirse al mandamiento de Yahvé
que se escribió, como en Oseas 8:12. Además hay claramente ejemplos no solo de asuntos rituales, sino
también de ética.
De ahí que en cualquier caso en
este período Tora tenía el
significado de una instrucción divina, sea que hubiera sido escrita mucho
tiempo atrás como ley y preservada y pronunciada por un sacerdote, o si el
sacerdote la estaba proclamando en ese momento (Lm. 2: 9; Ez 7: 26; Mal 2:
4s.), Dios comisiona al profeta para que la pronuncie para una situación
definida (como tal vez en Is 30:9).
Así que lo que es objetivamente
esencial en la Tora no es la
forma sino la autoridad divina.
La ley es la revelación de Dios y
su justicia. No hay base en las Escrituras para menospreciar la ley. Tampoco se
puede relegar la ley al Antiguo
Testamento y la gracia al
Nuevo:
La tradicional distinción entre
el AT como libro de la ley y el NT como libro de gracia divina no tiene base ni
justificación. La gracia y misericordia divinas son la presuposición de la ley
en el AT; y la gracia y el amor de Dios que se muestran en los eventos del NT
dan entrada a las obligaciones legales del nuevo pacto.
Además, el AT contiene evidencia
de una larga historia de desarrollos legales que se deben evaluar antes de que
se entienda adecuadamente el lugar de la ley. Las polémicas de Pablo contra la
ley en Gálatas y Romanos se dirigen contra un entendimiento de la ley que por
ninguna manera es característico del AT como un todo.
No hay contradicción entre ley y
gracia. La cuestión en la Epístola de Santiago es la fe y las obras, no la fe y
la ley. El judaísmo había hecho de la ley
la mediadora entre Dios
y el hombre, y entre Dios y el mundo. Fue este concepto de la ley, y no la ley
en sí misma, lo que Jesús atacó. Siendo él mismo el mediador, Jesús rechazó la
ley como mediadora a fin de restablecer la ley al papel que le asignó Dios como
ley, como camino a la santidad.
Estableció la ley al dispensar
perdón como el legislador en pleno respaldo de la ley como la palabra
convincente que hace pecadores a los hombres. La ley quedó rechazada solo como
mediadora y como fuente de justificación. Jesús reconoció plenamente la ley, y
la obedeció. Fueron solo las absurdas interpretaciones de la ley lo que
rechazó.
Todavía más, No tenemos derecho a
deducir de las enseñanzas de Jesús en los Evangelios que él haya hecho alguna
distinción formal entre la ley mosaica y la ley de Dios. Como su misión no era
abrogar, sino cumplir la ley y los profetas (Mt 5: 17), muy lejos de decir algo
en descrédito de la ley mosaica o alentar a sus discípulos a asumir una actitud
de independencia respecto a ella, expresamente reconoció la autoridad de la ley
mosaica como tal, y a los fariseos como sus intérpretes oficiales (Mt 23: 1-3).
Con la consumación de la obra de
Cristo, el papel de los fariseos como intérpretes terminó, pero no la autoridad
de la ley. En la era del Nuevo Testamento, solo la revelación recibida
apostólicamente fue base para cualquier alteración de la ley.
La autoridad de la ley siguió sin
cambio: San Pedro, p. ej., requirió de una revelación especial antes de entrar
en la casa del incircunciso Cornelio y admitir al primer convertido gentil a la
iglesia mediante el bautismo (Hch 10: 1-48), paso que no dejó de levantar
oposición de parte de los que «eran de la circuncisión» (cf. 11: 1-18).
La segunda característica de la ley bíblica es que es un tratado o pacto. Kline ha mostrado que la forma del otorgamiento de la
ley, el lenguaje del texto, el prólogo histórico, el requisito de dedicación
exclusiva al protector, Dios, el pronunciamiento de imprecaciones y bendiciones,
y mucho más, señalan al hecho de que la ley es un tratado que Dios estableció
con su pueblo. En verdad, «la revelación inscrita en las dos tablas fue más
bien un tratado o pacto de protección antes que un código legal».
El sumario del pacto completo,
los Diez Mandamientos, fue escrito en cada una de las dos tablas de piedra, una
tabla o copia del tratado para cada una de las partes del tratado: Dios e
Israel.
Las dos tablas de piedra, por
consiguiente, no se deben asemejar a una estela que contiene una de la media
docena, o algo así, de códigos legales anteriores o casi contemporáneos a
Moisés como si Dios hubiera inscrito en estas tablas un cuerpo de ley. La
revelación que contienen es nada menos que un epítome del pacto concedido por
Yahvé, el Señor soberano del cielo y de la tierra, a su siervo elegido y
redimido, Israel.
No ley, sino pacto. Eso se debe
afirmar cuando estamos buscando una categoría comprehensiva lo suficiente para
hacer justicia a esta revelación en su totalidad. Al mismo tiempo, la
prominencia de las estipulaciones, reflejadas en el hecho de que «las diez
palabras» son el elemento usado como pars
prototo, señala la centralidad de la ley en este tipo de pacto.
Probablemente no hay dirección
más clara concedida al teólogo bíblico para definir con énfasis bíblico el tipo
de pacto que Dios adoptó para formalizar su relación con su pueblo que el dado
en el pacto que le dio a Israel para que realizara, es decir, «los diez
mandamientos ». Tal pacto es una declaración del señorío de Dios, consagrando a
un pueblo para sí mismo en un orden de vida dictado soberanamente.
Esta última frase es necesario
recalcarla: el pacto es «un orden de vida dictado soberanamente». Dios como el
Señor soberano y Creador le da su ley al hombre como un acto de gracia
soberana. Es un acto de elección, de gracia electora (Dt 7: 7ss; 8: 17; 9: 4-6,
etc.).
El Dios al que le pertenece la
tierra tendrá a Israel como propiedad suya, Ex 19:5. Es solo en base a la
elección y dirección de la gracia de Dios que se dan los mandamientos divinos
al pueblo, y por consiguiente el decálogo, Ex 20: 2, coloca al mismo principio
el hecho de la elección.
En la ley se ordena la vida total del hombre: «No hay
distinción de primer orden entre la
vida interna y la externa; el santo llamamiento al pueblo se debe
realizar en ambas».
La tercera característica de la ley bíblica o pacto es que
constituye un plan de señorío bajo
Dios. Dios llamó a Adán para que se enseñoreara en términos de la
revelación de Dios, la ley de Dios (Gen 1: 26 ; 2: 15-17).
Este mismo llamamiento, después
de la caída, se exigió de la línea consagrada, y en Noé se renovó formalmente
(Gen 9: 1-17). Se renovó de nuevo con Abraham, con Jacob, con Israel en la
persona de Moisés, con Josué, David, Salomón (cuyos Proverbios hacen eco de la
ley), con Ezequías y Josías, y finalmente con Jesucristo.
El sacramento de la Cena del
Señor es la renovación del pacto: «Esta es mi sangre del nuevo testamento » (o
pacto), así que el sacramento mismo
restablece la ley, esta vez con un nuevo grupo elegido (Mt 26: 28; Mr.
14: 24; Lc 22: 20; 1ª Co 11:25).
El
pueblo de la ley es ahora el pueblo de Cristo, los
creyentes redimidos por su sangre expiatoria y llamados por su elección
soberana. Kline, al analizar Hebreos 9: 16, 17, en relación a la administración
del pacto, observa: El cuadro sugerido sería el de los hijos de Cristo (. 2:
13) que heredan su dominio universal como su porción eterna (note 9: 15b; cf.
también 1: 14; 2: 5; 6: 17; 11: 7ss).
Y tal es la maravilla del
Testador-Mediador mesiánico que la herencia real de sus hijos, que entra en
vigor solo mediante su muerte, es no obstante ¡de corregencia con el Testador
vivo! Porque (para seguir la dirección tipológica provista por Heb 9: 16, 17
según la interpretación presente) Jesús es a la vez Moisés muriendo y Josué
triunfando. No meramente en figura sino en verdad un Mediador real redivivo, asegura la dinastía divina
al triunfar él mismo en el poder de la resurrección y la gloria de la
ascensión.
El propósito de Dios al requerir
de Adán que se enseñoreara en la tierra sigue siendo su palabra de pacto
continuado: el hombre, creado a imagen de Dios y con la orden de sojuzgar la
tierra y enseñorearse en ella en nombre de Dios, es llamado de nuevo a
esta tarea y privilegio mediante su redención y regeneración.
La ley es por consiguiente la ley
para el hombre cristiano y para la sociedad cristiana. Nada es más mortífero ni
más perjudicial que la noción de que el creyente está en libertad respecto a la
clase de ley que puede tener. Calvino, cuyo humanismo clásico ganó prestigio en
este punto, dijo de la ley de los estados, de los gobiernos civiles:
Notaré de pasada de qué leyes
puede (el estado) servirse santamente delante de Dios, y a la vez ser justo con
los hombres. E incluso preferiría no tratarlo, si no fuera porque veo que
muchos yerran peligrosamente en esto.
Porque hay algunos que piensan
que un estado no puede ser bien gobernado si, dejando a un lado la legislación
mosaica, no se rige por las leyes comunes de las demás naciones. Cuán peligrosa
y sediciosa sea tal opinión lo dejo a la consideración de los otros; a mí me
basta probar que es falsa e insensata.
Tales ideas, comunes en círculos
calvinistas y luteranos, y en virtualmente todas las iglesias, son de todas
formas tontería heréticas. Calvino favorecía «la ley común de las naciones».
Pero la ley común de las naciones en su día era la ley bíblica, aunque
extensamente desnaturalizada por la ley romana. Y esta «ley común de las
naciones» estaba evidenciando cada vez más una nueva religión: el humanismo.
El calvinismo quería el
establecimiento de la religión cristiana; no pudo tenerla, ni podía haber
durado en Ginebra, sin la ley bíblica.
Dos eruditos reformados, al
escribir sobre el estado, declaran: «Debe ser siervo de Dios, para nuestro
bienestar. Debe ejercer justicia, y tiene el poder de la espada». Sin embargo
estos hombres siguen a Calvino al rechazar la ley bíblica a favor de «la ley
común de las naciones».
Pero, ¿puede el estado ser siervo
de Dios y soslayar la ley de Dios? Y, si el estado «debe ejercer justicia»,
¿cómo se define la justicia, por las naciones o por Dios? Hay tantas ideas de
justicia como religiones.
La pregunta, entonces, es, ¿cuál
ley para el estado? ¿Será la ley
positiva, la ley de las naciones, una ley relativista? De Jongste y Van
Krimpen, después de clamar por
«justicia» en el estado, declaran: «Una legislación estática válida para todos
los tiempos es una
imposibilidad».
¡Vaya! Entonces, ¿qué en cuanto
al mandamiento, la legislación
bíblica, por favor, «No matarás», y «No robarás»? ¿Acaso no tienen el propósito de ser válidos para todo
tiempo y en todo orden civil? Al abandonar la ley bíblica, estos teólogos protestantes acaban en un relativismo
moral y legal.
Los eruditos católicos ofrecen la
ley natural. El origen de este
concepto es la ley y la religión romana. Para la Biblia, no hay ley en la
naturaleza, porque es una naturaleza caída y no puede ser normativa. Es más, la
fuente de la ley no es la naturaleza sino Dios. No hay ley en la naturaleza
sino una ley que está por encima de la naturaleza: la ley de Dios.
Ni la ley positiva ni la ley
natural pueden reflejar otra cosa sino el pecado y la apostasía del hombre: la ley revelada es la necesidad y
privilegio de la sociedad cristiana. Es el único medio por el que el hombre puede cumplir su mandato de la
creación de ejercer dominio bajo Dios. Aparte de la ley revelada, el hombre no
puede decir que está bajo Dios sino en rebelión contra Dios.
EL NUEVO TESTAMENTO COMO LEY
Según H. L. Hoeh la iglesia por
algún tiempo no celebró la Pascua moderna, sino la Pascua judía como su Pascua
cristiana anual (o comunión), y el festival de Resurrección fue según la fecha
de la Pascua, independientemente del día en que cayera.
Hay bien poca evidencia de que la
iglesia primitiva continuara celebrando la Pascua y hallando en el Antiguo
Testamento el requisito del Nuevo Testamento. Bingham da evidencia de que la
iglesia primitiva en efecto observó «la Pascua, o el festival Pascual», al mismo
tiempo que la Pascua judía2. El Venerable Bede citó reprensiones papales del
siglo VII a los escoceses por continuar observando la Pascua hebrea como la
única ocasión válida para «guardar la Pascua de Resurrección»3.
La hostilidad entre cristianos y
judíos ayudó a separar las dos observancias, y la apostasía de algunos
cristianos al judaísmo promovió más la ruptura con la ley.
Una «Epístola a Diogeneto»
anónima da un ejemplo excelente de esta hostilidad, y de la seriedad del
problema para algunos religiosos del día:
Cap. IV. Pero sobre su
escrupulosidad en cuanto a carnes, y su superstición respecto a los sabbats, y
su jactancia en cuanto a la circuncisión, y sus ideas peregrinas en cuanto a
ayunos y lunas nuevas, que son completamente ridículas e indignas de notarse,
no pienso que necesitas aprender algo de mí.
Porque, aceptar algunas de estas
cosas que Dios ha formado para uso de los hombres como formadas apropiadamente,
y rechazar otras como inútiles y redundantes, ¿cómo puede ser lícito? Y decir
cosas falsas de Dios, como si Él nos prohibiera hacer lo que es bueno en los
días del sabbat, ¿cómo puede ser impío?
Y gloriarse en la circuncisión de
la carne como prueba de la elección, como si, por razón de ella, fueran
especialmente amados por Dios, ¿cómo no va a ser ridículo? Y en cuanto a
observar meses y días, como si se esperara a las estrellas y a la luna; y su distribución,
según sus tendencias, de las designaciones de Dios, y de las vicisitudes de las
estaciones, algunos para festivales, y otros para aflicción,
¿quién consideraría esto una
parte de la adoración divina, y no más bien una manifestación de necedad?
Supongo, entonces, que estás suficientemente convencido de que los cristianos,
absteniéndose como es debido de la vanidad y error comunes (tanto para judíos y
gentiles), y de los espíritus entremetidos y fanfarronería vanas de los judíos;
pero no debes esperar aprender el misterio del modo peculiar de adorar a Dios
de ningún mortal.
Hubo más mucho más en este
sentido: esfuerzos por desanimar ridiculizando la obediencia cristiana a las
prácticas del Antiguo Testamento, y desalentar la asistencia de los cristianos tanto a la iglesia como a la sinagoga, costumbre que
Bingham notó. Es muy obvio que los cristianos no estaban solo guardando las
leyes de la dieta, sino también observando las leyes del sabbat y la
circuncisión.
Evidentemente, aunque la iglesia
tuvo algunos problemas con el antinomianismo, también muchos miembros anhelaban
guardar toda la ley de Dios sin ninguna separación de las prácticas hebreas.
La razón se ve con facilidad. La
literatura apostólica de buen grado recalcaba la ley. En Bernabé leemos:
Suelta toda cadena de injusticia,
desata las ataduras de los acuerdos extraídos por la fuerza. Libera a los
desvalidos con perdón, y rompe todo contrato injusto.
Distribuye tu comida al
hambriento, y si ves alguno desnudo, vístelo. Lleva al indigente a tu casa, y
si ves alguien de situación baja, no lo menosprecies ni (menosprecies) a nadie
de tu propia casa. Da tu pan al hambriento sin hipocresía, y ten misericordia
de la persona de situación baja.
Además, Bernabé recalcó el hecho de que «los cristianos han recibido el pacto (no un nuevo pacto) a través de Jesús», para
citar las palabras de Kraft8. El pacto seguía siendo el mismo, pero había un
«nuevo pueblo» en sustitución del antiguo.
Al hablar de la tipología de la
circuncisión, Bernabé no la
rechazó como tal; solo dijo «que la circuncisión es cuestión de entendimiento y
obediencia» (Kraft). Al hablar de las restricciones alimenticias del Antiguo
Testamento, Bernabé otra vez se
preocupa por la tipología. En efecto, condena a Israel por creer que el significado
esencial de las leyes dietéticas es de verdad «comida» antes que significado
espiritual, pero no puede llamar bueno lo que tipológicamente significa maldad,
o viceversa.
La Didaqué dice del asunto: «Ahora, respecto a los alimentos,
observa las tradiciones lo mejor que puedas». Esto no es un abandono; obedece
la exigencia paulina de que las leyes dietéticas no se usen para producir una
barrera con los que no son creyentes a quienes se está evangelizando, sino más
bien que se observen cómo consejo santo.
La tipología, adicionalmente,
recalcaba la importancia de la ley original y, a pesar de la desaprobación, la
ley original en realidad nunca desapareció. La circuncisión fue reemplazada por
el bautismo, pero la circuncisión se ha practicado extensamente «por razones
médicas» lo que tiene una autoridad semibíblica. Los esfuerzos por revivir el
sabbat hebreo han sido comunes a través de los siglos, así como también los
esfuerzos por transferir al sabbat cristiano los rigores hebreos.
Dos impulsos, pues, han sido un
factor continuo. Primero, la
hostilidad al judaísmo ha conducido a la hostilidad a la ley, y a un rechazo de
una parte o la totalidad de la Ley, o sea, al antinomianismo en diferentes
grados; segundo, un respeto a
las Escrituras como la Palabra de Dios ha llevado a una renuencia a ver
cualquier aspecto de la Ley como sobreseído por la venida de Cristo o alterado
por su reinterpretación. Como resultado, un énfasis del Antiguo Testamento ha
ocurrido a veces, y se han conservado las prácticas en su forma anterior al
Nuevo Testamento.
Negar que el sabbat hebreo
todavía nos gobierne no es abandonar el sabbat. Negar la circuncisión como rito
del pacto no necesita opacar sus valores médicos.
Reconocer el carácter fundamental
y la autoridad de la Ley en efecto requiere que se entienda la ley según las
Escrituras. Los mismos Evangelios se veían en los primeros siglos como libros
de la ley, puesto que eran las palabras de un Rey. Como Derrett lo ha señalado,
el Milindapanha, libro budista
de alrededor del año 150 d.C., citaba los Evangelios y las palabras de Cristo
sobre los impuestos (Mt 17:24-27) como precedente legal en el Lejano Oriente.
La palabra del rey siempre es una
palabra de ley, y como tal es una parte inevitable del cuerpo legal. Por los
testimonios milagrosos dados a los apóstoles, esa palabra y poder reales se
declaró que también estaba en ellos. Por tanto, todo el Nuevo Testamento habla
como un todo de esa Ley dada en el Antiguo Testamento.
Es este aspecto de realeza lo que
se ha descuidado en años recientes, porque la realeza en el Estado moderno es
en gran parte decorativa antes que operativa. El poder antiguo del rey, sin
embargo, era inseparable de su poder para dictar leyes.
Su palabra literalmente era ley.
El que Jesús afirme que es el Mesías Rey de todo el mundo quiere decir que
considera su palabra como ley ineludible. Para los convertidos en el mundo de
la antigüedad, la palabra de Cristo era ley, y menospreciar la ley de un rey
era un delito serio. Incluso el ladrón en la cruz tuvo confianza en la palabra
de ley de ese Rey (Lc 23: 39-43), y su confianza quedó registrada por Cristo y
el hombre. El hecho de que este Rey pusiera su autoridad detrás de la ley
mosaica (Mt 5: 17-19; Lc 16: 17) hizo difícil que la iglesia marginara esa ley.
Como resultado, la persistencia
de la clase más estricta de observancia persistió en muchos sectores de la
iglesia por siglos.
Referencia se ha hecho a la
práctica de muchos cristianos de asistir tanto a la sinagoga como a la iglesia,
y de observar el sabbat judío y el sabbat cristiano. El sínodo de Laodicea,
348-381 d.C., se refirió a esta práctica en el Canon XXIX:
Los cristianos no deben judaizar
descansando el sabbat, sino que deben trabajar en ese día, y más bien honrar el
Día del Señor; y, si pueden, descansar entonces como cristianos. Pero si se
hallara que alguno es judaizante, que sea anatema de Cristo.
Este canon no solo revela la
práctica que continuaba, sino que también refleja el cambio en la observancia
del sabbat que anotó San Pablo. «Si pueden», los cristianos deben descansar,
pero su vida bajo un estado y economías extranjeros hacían tal observancia a
veces, o por lo general, imposible. La fuerza de la ley, sin embargo, era
suficientemente fuerte entre los cristianos que muchos erraban en el lado de la
obediencia al observar el sabbat judío y el cristiano.
Es interesante también la
respuesta de Timoteo, obispo de Alejandría, en el Primer Concilio de
Constantinopla, 381 d.C., a la Pregunta XIII de una serie de preguntas que se
le plantearon:
¿Cuándo deben un hombre y su
esposa abstenerse del acto conyugal?
Respuesta:
El sábado y
el Día del Señor; porque en esos días se ofrece el sacrificio espiritual.
La fuente de esta regla es Éxodo
19:5, mandamiento que estaba destinado a prevenir en la religión bíblica toda
confusión con las prácticas del culto de la fertilidad cuando se dictó la ley.
Una vez más tenemos una ilustración de la creencia, aunque mal aplicada a
veces, de que la ley todavía era obligatoria para los creyentes.