¿CUÁL ES EL CUARTO MANDAMIENTO?
A.
El cuarto mandamiento es: “Acordarte has del día de reposo para santificado.
Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día será reposo para
J Jehová tu Dios: no hagas en él obra alguna; tú, ni tu hijo, ni tu hija; ni tu
siervo, ni tu criada; ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus
puertas: porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas
las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día: por tanto, Jehová
bendijo el día de reposo y lo santificó." Ex. 20: 8-11.
1. ¿QUÉ EXIGE EL CUARTO MANDAMIENTO?
A. El cuarto
mandamiento exige a todos los hombres la santificación o guarda santa para Dios
de todo aquel tiempo que Dios ha señalado en su Palabra, y con especialidad
todo un día en cada siete; el que era el séptimo desde el principio del mundo
hasta la resurrección de Cristo, y desde esta última época, el primer día de la
semana, y así continuará hasta el fin del mundo. Este es el Reposo Cristiano. Gen 2:3. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de
toda la obra que había hecho en la creación. 1 Cor. 16:1-2. En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la
manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada
uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que
cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. Hch. 20:7. El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el
pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el
discurso hasta la medianoche.
Juan 20:19-27. Cuando llegó la noche de aquel
mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar
donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y
puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró
las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor.
Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así
también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el
Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a
quienes se los retuviereis, les son retenidos. Pero Tomás, uno de los doce,
llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los
otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos
la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere
mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus
discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas,
y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu
dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas
incrédulo, sino creyente.
Comp. Mat. 5:17,18; Isa. 56; 2, 4, 6,7.
B. Llamado en
el Nuevo Testamento Día del Señor. Apoc.
1:10. Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una
gran voz como de trompeta.
2. ¿CÓMO HA DE SANTIFICARSE EL DÍA DE REPOSO O DEL SEÑOR?
A.
El día de Reposo o del Señor debe santificar se por un santo descanso en todo
ese día. Ex. 20:8-10. Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y
harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas
en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni
tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
B.
No sólo de las obras que en todo tiempo son pecaminosas, sino aun de aquellos
empleos y recreaciones mundanales que son lícitos en los otros días. Ex. 16:25-30. Y dijo Moisés: Comedlo hoy, porque hoy es día de reposo para Jehová;
hoy no hallaréis en el campo. Seis días lo recogeréis; mas el séptimo día es
día de reposo; en él no se hallará. Y aconteció que algunos del pueblo salieron
en el séptimo día a recoger, y no hallaron. Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta
cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes? Mirad que Jehová os
dio el día de reposo, y por eso en el sexto día os da pan para dos días.
Estense, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día. Así
el pueblo reposó el séptimo día.
Jer. 17:21-22. Así ha dicho Jehová: Guardaos
por vuestra vida de llevar carga en el día de reposo, y de meterla por las
puertas de Jerusalén. 22 Ni saquéis carga de vuestras casas en el día de
reposo, ni hagáis trabajo alguno, sino santificad el día de reposo, como mandé
a vuestros padres. Comp. Neh. 13: 15-23;
C.
Y debe ser nuestra delicia emplear todo el tiempo (excepto el que se emplee en
obras de necesidad y misericordia) Mat.
12: 1-12. En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en un
día de reposo; y sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar
espigas y a comer. Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos
hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo. Pero él les dijo: ¿No
habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron
hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que
no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a
los sacerdotes? ¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los
sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa? Pues os
digo que uno mayor que el templo está aquí. Y si supieseis qué significa: Misericordia
quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes; porque el Hijo del
Hombre es Señor del día de reposo. Pasando de allí, vino a la sinagoga de
ellos. Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús,
para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? Él les dijo: ¿Qué
hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en
día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre
que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo.
D.
En los ejercicios públicos y privados del culto de Dios. Lev. 23:3; Isa. 58: 13; Lucas 4: 16; Hch. 20:7;
E.
Para esto debemos preparar nuestro corazón y despachar nuestros negocios
mundanales con tal previsión, diligencia, moderación y arreglo tan oportuno,
que podamos estar libres y aptos para cumplir los deberes del día. Ex. 20:8. Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Luc. 23:53-56. Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro
abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie. Era día de la
preparación, y estaba para comenzar el día de reposo. Y las mujeres que habían
venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo
fue puesto su cuerpo. Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y
descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento. Y eran los días de la preparación,
etcétera; Neh. 13:19. Sucedió, pues, que cuando iba oscureciendo a las
puertas de Jerusalén antes del día de reposo, dije que se cerrasen las puertas,
y ordené que no las abriesen hasta después del día de reposo; y puse a las
puertas algunos de mis criados, para que en día de reposo no introdujeran
carga.
3. ¿POR QUÉ SE DIRIGE EL ENCARGO DE GUARDAR EL REPOSO MÁS ESPECIALMENTE
A LOS JEFES DE FAMILIA Y A OTROS SUPERIORES?
A.
El encargo de guardar el Reposo se dirige especialmente a los jefes de familia
y a otros superiores, porque ellos están obligados a guardarlo no sólo ellos
mismos, sino también a mirar que sea observado por aquellos que están bajo su
cuidado, y porque están propensos a ocupados muchas veces en empleo de su
propio interés. Ex. 16:25-29. Y dijo Moisés: Comedlo hoy, porque hoy es día de reposo para Jehová;
hoy no hallaréis en el campo. Seis días lo recogeréis; mas el séptimo día es
día de reposo; en él no se hallará. Y aconteció que algunos del pueblo salieron
en el séptimo día a recoger, y no hallaron. Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta
cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes? Mirad que Jehová os
dio el día de reposo, y por eso en el sexto día os da pan para dos días.
Estense, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día. Jer. 17:21-22. Así ha dicho Jehová: Guardaos por vuestra vida de llevar carga en el
día de reposo, y de meterla por las puertas de Jerusalén. Ni saquéis carga de
vuestras casas en el día de reposo, ni hagáis trabajo alguno, sino santificad
el día de reposo, como mandé a vuestros padres. Comp. Neh. 13:15; Ex. 20: 10. Ex. 23: 12; Ex.
16:22, 25, 29.
4. ¿CUÁLES SON LOS PECADOS PROHIBIDOS EN EL CUARTO MANDAMIENTO?
A.
Los pecados prohibidos en el cuarto mandamiento son, toda omisión de los
deberes exigidos. Ez. 22:26. Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre
lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y
limpio; y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en
medio de ellos.
B.
El cumplimiento negligente, descuidado y estéril de ellos, así como el cansarse
de los mismos. Ez. 33:30-32. Y tú, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo se mofan de ti junto a
las paredes y a las puertas de las casas, y habla el uno con el otro, cada uno
con su hermano, diciendo: Venid ahora, y oíd qué palabra viene de Jehová. Y
vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán
tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y
el corazón de ellos anda en pos de su avaricia. Y he aquí que tú
eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán
tus palabras, pero no las pondrán por obra. Mal. 1:13. Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice
Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y
presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová. Am. 8:5. Diciendo: ¿Cuándo pasará el mes, y venderemos el trigo; y la semana, y
abriremos los graneros del pan, y achicaremos la medida, y subiremos el precio,
y falsearemos con engaño la balanza.
Hch. 20:7-9. El primer día de la semana,
reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de
salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche. Y había
muchas lámparas en el aposento alto donde estaban reunidos; y un joven llamado
Eutico, que estaba sentado en la ventana, rendido de un sueño profundo, por
cuanto Pablo disertaba largamente, vencido del sueño cayó del tercer piso
abajo, y fue levantado muerto.
C.
Toda profanación del día por ociosidad y por hacer lo que en sí mismo es
pecaminoso. Ez. 23:38. Aun esto más me hicieron: contaminaron mi santuario en aquel día, y
profanaron mis días de reposo.
D.
Y por pensamientos, palabras y obras innecesarias acerca de nuestros empleos y
recreaciones mundanas. Jer. 17:24-27. No obstante, si vosotros me obedeciereis, dice Jehová, no metiendo
carga por las puertas de esta ciudad en el día de reposo, sino que
santificareis el día de reposo, no haciendo en él ningún trabajo, entrarán por
las puertas de esta ciudad, en carros y en caballos, los reyes y los príncipes
que se sientan sobre el trono de David, ellos y sus príncipes, los varones de
Judá y los moradores de Jerusalén; y esta ciudad será habitada para siempre. Y
vendrán de las ciudades de Judá, de los alrededores de Jerusalén, de tierra de
Benjamín, de la Sefela, de los montes y del Neguev, trayendo holocausto y
sacrificio, y ofrenda e incienso, y trayendo sacrificio de alabanza a la casa
de Jehová. Pero si no me oyereis para santificar el día de reposo, y para no
traer carga ni meterla por las puertas de Jerusalén en día de reposo, yo haré
descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén, y no se
apagará.
Isa. 58: 13. Si retrajeres del día de reposo
tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo,
glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni
buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras,
5. ¿CUÁLES SON LAS RAZONES ANEXAS AL CUARTO MANDAMIENTO PARA DARLE MAYOR
FUERZA?
A.
Las razones anexas al cuarto mandamiento para darle mayor fuerza, son tomadas
de la equidad del mismo y de habernos concedido Dios seis días de cada siete
para nuestros propios negocios, habiéndose reservado sólo uno para sí mismo en
estas palabras: seis días trabajarás y harás toda tu obra. Ex. 20:9.
B.
El que Dios pretende para sí una propiedad especial sobre este día, cuando
dice: mas el séptimo día será Reposo para Jehová tu Dios. Ex. 20:10-11. Mas el séptimo día
es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni
tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está
dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra,
el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por
tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.
C.
El ejemplo del mismo Dios: porque en seis días hizo Jehová los cielos y la
tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día;
de las bendiciones que Dios ha colocado en este día, no sólo porque al
santificarlo sea un día para su servicio, sino por disponer que sea uno de los
medios para bendecirnos al santificarlo nosotros, por tanto Jehová bendijo el
día de Reposo, y lo santificó. Ex.
20:11. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la
tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día;
por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.
6. ¿POR QUÉ SE PONE LA PALABRA ACUÉRDATE AL PRINCIPIO DEL CUARTO
MANDAMIENTO?
A.
La palabra acuérdate ha sido puesta al principio del cuarto mandamiento. Ex.
20:8;
B.
En parte porque del gran beneficio de recordado, seremos estimulados en nuestra
preparación para guardarlo. Ex. 16:23. Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana es el santo día
de reposo, el reposo consagrado a Jehová; lo que habéis de cocer, cocedlo hoy,
y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para
mañana. Luc.
23:54-56. Era día de la preparación, y estaba para comenzar
el día de reposo. Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea,
siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo. Y
vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de
reposo, conforme al mandamiento. Comp.
Con Mar. 15:42; NEH. 13:19.
C.
Y al guardar éste, cumpliremos mejor los otros mandamientos. Ez. 20:12. Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre
mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico. Y 19-20. Yo soy Jehová vuestro Dios; andad en mis estatutos, y guardad mis
preceptos, y ponedlos por obra; y santificad mis días de reposo, y sean por
señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios.
D.
Y así continuará un recuerdo lleno de gratitud por los dos grandes beneficios
de la creación y de la redención, que contienen un breve re sumen de la
religión. Gen 2:2-3. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo
de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque
en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. Sal. 118:22-24. La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a ser cabeza del
ángulo. De parte de Jehová es esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos. Éste
es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él. Comp. Apoc. 1: 10; Heb. 4:9;
E.
También fue puesta por que nosotros estamos propensos a olvidarlo. Ez. 22:26. Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre
lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y
limpio; y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en
medio de ellos.
F.
Porque la naturaleza nos da poca luz para ello. Neh. 9:14. Y les ordenaste el
día de reposo santo para ti, y por mano de Moisés tu siervo les prescribiste
mandamientos, estatutos y la ley.
G.
Y porque restringe nuestra libertad natural sobre cosas que son lícitas en otro
tiempo. Ez.34: 21. Por cuanto empujasteis con el costado y con el hombro, y acorneasteis
con vuestros cuernos a todas las débiles, hasta que las echasteis y las
dispersasteis.
H.
Porque no viene más que una vez cada siete días, viniendo antes nuestros
negocios mundanales, que frecuentemente apartan nuestra mente de pensar en él y
prepararnos para santificarlo. Ex. 20:9.
Seis días trabajarás, y harás toda tu obra. Amós 8:5. Diciendo: ¿Cuándo pasará el mes, y venderemos el trigo; y la semana, y
abriremos los graneros del pan, y achicaremos la medida, y subiremos el precio,
y falsearemos con engaño la balanza.
I.
Y porque Satanás con sus instrumentos trabaja mucho por arrebatarnos la gloria,
y aun la memoria de este día, y traernos a toda irreligión e impiedad. Lam. 1:7. Jerusalén, cuando cayó su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien
la ayudase, Se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones, Y de
todas las cosas agradables que tuvo desde los tiempos antiguos. La miraron los
enemigos, y se burlaron de su caída. Jer. 17:21-23. Así ha dicho Jehová: Guardaos por vuestra vida de llevar carga en el
día de reposo, y de meterla por las puertas de Jerusalén. Ni saquéis carga de
vuestras casas en el día de reposo, ni hagáis trabajo alguno, sino santificad
el día de reposo, como mandé a vuestros padres. Pero ellos no oyeron, ni
inclinaron su oído, sino endurecieron su cerviz para no oír, ni recibir
corrección. Comp. Neh. 13: 15-23;
LA
DIRECCIÓN DE LA LEY
Para entender la ley bíblica, es
necesario entender también ciertas características básicas de esa ley. Primero, se declaran ciertas premisas
o principios amplios.
Estas son declaraciones de ley
básica. Los Diez Mandamientos nos dan esas declaraciones.
Los Diez Mandamientos no son, por
consiguiente, leyes entre leyes, sino leyes básicas, de las cuales las varias
leyes son ejemplos específicos. Un ejemplo de tal ley básica es Éxodo 20:15 (Dt
5:19): «No hurtarás».
Al analizar este mandamiento, «no
hurtarás», es importante notar,
(A)
que esto es positivamente el establecimiento de la propiedad privada, aun
cuando, negativamente, castiga los atentados contra la propiedad. El
mandamiento, de este modo, establece y
protege un aspecto básico de la vida. Pero,
(B)
incluso más importante, este establecimiento de propiedad parte, no del estado
ni del hombre sino del Dios soberano y omnipotente. Todos los mandamientos
tienen su origen en Dios, quien, como Señor soberano, dicta leyes que gobiernan
su reino. Es más, se deduce que,
(C)
puesto que Dios decreta la ley, cualquier ofensa contra la ley es una ofensa
contra Dios. Sea que la ley se refiera a propiedad, persona, familia, trabajo,
capital, iglesia, estado o cualquier otra cosa, su primer marco de referencia
es a Dios. En esencia, romper la ley es ir de lleno contra Dios, puesto que
todo y toda persona es creación suya. Pero David declaró, con referencia a sus
actos de adulterio y asesinato: «Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he
hecho lo malo delante de tus ojos» (Sal 51: 4). Esto quiere decir, entonces,
(D)
que la anarquía también es pecado, o sea, que cualquier acto de desobediencia
civil, de familia, eclesiástico u otro acto social, es también una ofensa
religiosa a menos que la desobediencia sea por obedecer primero a Dios.
Con esto en mente, de que la ley,
Primero, establece principios amplios y
básicos, examinemos una segunda característica
de la ley bíblica, es decir, que una porción principal de la ley es norma jurídica, o sea, ilustración
del principio básico en términos de casos específicos.
Estos casos específicos a menudo
son ilustraciones del alcance de la aplicación de la ley; es decir, al citar un
tipo mínimo de caso, se revelan las jurisdicciones necesarias de la ley. Para
evitar que tengamos excusa alguna para no entender y utilizar este concepto, la
Biblia nos da su propia interpretación de tal ley, y la ilustración, que fue
dada por San Pablo, deja en claro el respaldo a la ley que da el Nuevo Testamento.
Citamos, por consiguiente,
Primero, el principio básico,
Segundo, la norma jurídica y,
Tercero, la declaración paulina de la aplicación de la ley:
1.
No hurtarás. (Ex 20: 15). La ley básica, declaración de principios.
2.
No pondrás bozal al buey que trilla (Dt 25: 4). Ilustración de la ley básica,
una norma jurídica.
3.
Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla.
¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente por nosotros?
Pues por nosotros se escribió; porque
con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir
del fruto. Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que
vivan del evangelio (1ª Co 9: 9, 10, 14; el pasaje entero, 9: 1-14, es una
interpretación de la ley).
Pues la Escritura dice: «No
pondrás bozal al buey que trilla». Y, «Digno es el obrero de su salario» (1ª Ti
5: 18, cf. v. 17; la ilustración es para recalcar el requisito de «honor», o
«doble honor» a presbíteros o ancianos, o sea, pastores de la iglesia). Estos
dos pasajes ilustran lo que se pide, «No hurtarás», en términos de una norma
jurídica específica, y revela el alcance de ese caso en sus implicaciones.
En su Epístola a Timoteo, Pablo
se refiere a la ley que en efecto declara, como norma jurídica, que «digno es
el obrero de su salario».
La referencia es a Levítico
19:13: «No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás.
No retendrás el salario del
jornalero en tu casa hasta la mañana»; y a Deuteronomio 24:14: «No oprimirás al
jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos o de los extranjeros que
habitan en tu tierra dentro de tus ciudades» (v. 15). Jesús citó esto, Lucas
10:7: «el obrero es digno de su salario».
Si es pecado privarle a un buey
de su comida, entonces también es pecado estafarle el salario a un hombre: es robo en ambos casos. Si robo es como
Dios clasifica una ofensa contra un animal, ¿cuánto más lo será una ofensa
contra el apóstol y ministro de Dios? La implicación entonces es que mucho más
mortífero robarle a Dios. Malaquías lo dice con toda claridad:
¿Robará el hombre a Dios? Pues
vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros
diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación
toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi
casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré
las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde.
Reprenderé también por vosotros
al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el
campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán
bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos
(Mal 3: 8-12).
Este tipo de norma jurídica
ilustra no solo el significado de
la norma jurídica en las Escrituras, sino también su necesidad. Sin norma, la ley de Dios pronto quedaría reducida a
un ámbito en extremo limitado de significado. Esto, por supuesto, es lo que ha
sucedido. Los que niegan la presente validez de la ley aparte de los Diez
Mandamientos tienen como consecuencia una definición muy limitada de robo. Su
definición por lo general se guía por la ley civil de su país, es humanística,
y no es radicalmente diferente de las definiciones que dan los musulmanes,
budistas y humanísticas. Pero, al analizar más tarde los casos de ley
ilustrativos del precepto de «no hurtarás», veremos cuán largo alcance tiene su
significado.
La ley, entonces,
Primero enuncia principios;
Segundo, cita casos para desarrollar las
implicaciones de esos principios, y,
Tercero, tiene como propósito y rumbo la restitución del orden de Dios.
Este tercer aspecto es básico para la ley bíblica, e ilustra de nuevo
la diferencia entre la ley bíblica y la ley humanística. Según un erudito, «la
justicia en su sentido verdadero y propio es un principio de coordinación entre seres subjetivos».
Tal concepto de justicia no solo
es humanístico sino también subjetivo. En lugar de un orden objetivo básico de justicia, hay más bien solo una condición emocional llamada justicia.
En un sistema de ley humanista,
la restitución es posible y a menudo existe; pero, insisto, no es la
restauración del orden fundamental de Dios sino de la condición del hombre. La
restitución, entonces, es enteramente al hombre.
La ley bíblica requiere restitución a la
persona ofendida, pero incluso más básico a la ley es el requisito de la
restauración del orden de Dios. No son solo los tribunales los que operan en
términos de restitución. Para la ley bíblica, la restitución es, en verdad,
(A)
algo que los tribunales deben exigir a todos los ofensores; pero, incluso más,
(B) es el propósito y rumbo de la ley en su totalidad, la restauración
del orden de Dios, una creación gloriosa y buena que glorifica a su Creador.
Todavía más,
(C)
la divina corte soberana y la ley operan en términos de restitución en todo
momento, para maldecir la desobediencia y estorbar con ello su reto y la
devastación del orden de Dios, y para bendecir y prosperar la restauración
obediente del orden de Dios.
La declaración de Malaquías
respecto a los diezmos, para volver a nuestra ilustración, implica esto y, en
verdad, lo indica explícitamente: que son «Malditos con maldición» por robarle
a Dios sus diezmos. Por consiguiente, sus campos no son productivos, puesto que
trabajan contra el propósito restrictivo de Dios.
La obediencia a la ley divina del
diezmo, honrando en lugar de robarle a Dios, inundará a su pueblo con
bendiciones. La palabra «inundación» es apropiada: la expresión «las cataratas
de los cielos fueron abiertas» trae a colación el diluvio (Gen 7: 11), que fue
un ejemplo clásico de una maldición. Pero el propósito de la maldición también
es la restitución: la maldición impide que los injustos subviertan el orden de
Dios.
Los hombres de la generación de
Noé fueron destruidos en sus propósitos perversos, puesto que conspiraron
contra el orden de Dios (Gen 6: 5), a fin de instituir los procesos de
restauración por medio de Noé.
Pero, volvamos a nuestra
ilustración original de la ley bíblica: «No hurtarás». El Nuevo Testamento
ilustra la restitución después de una extorsión bajo la forma de impuestos
injustos en la persona de Zaqueo (Lc 19: 2-9), a quien se declaró salvo después
de anunciar su intención de hacer plena restitución.
La restitución está bien en mente
en el Sermón del Monte (Mt 5: 23-26). Un erudito dijo: En Efesios 4:28, San
Pablo muestra cómo se debía aplicar el principio de restitución. El que había
sido ladrón no solo debe dejar de robar, sino también debe trabajar con sus
manos para que pueda restaurar lo que había tomado indebidamente, pero en caso
de que no se pudiera hallar a los que habían sufrido el daño, la restitución se
debía hacer a los pobres.
Este hecho de restitución o
restauración se expresa, en su relación a Dios, de tres maneras.
Primero, hay la restitución o restauración
de la palabra ley soberana de Dios mediante proclamación. San Juan el Bautista,
mediante su predicación, restauró la palabra ley a la vida del pueblo de Dios.
Jesús lo declaró así: «A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las
cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron» (Mt 17: 11, 12).
Segundo, la restauración que viene al
sujetar todas las cosas a Cristo y establecer un orden santo en el mundo (Mt
28:18-20; 2 Co 10:5; Ap. 11:15, etc.). Tercero,
con la segunda venida hay una restauración total, final, que viene con
la Segunda Venida, y hacia la cual se mueve la historia; la Segunda Venida es
el acto total y culminante, y no el único acto de «los tiempos de la
restauración» (Hch 3: 21).
El pacto de Dios con Adán le
exigía que se enseñoreara sobre la tierra y la sojuzgara (Gen 1: 26) bajo Dios
y según la palabra-ley de Dios. Esta relación del hombre con Dios fue un pacto
(Os 6: 7). Pero toda la Escritura parte de la verdad de que el hombre siempre
está en una relación de pacto con Dios.
Todos los tratos de Dios con Adán
en el paraíso presuponen esta relación personal, porque Dios hablaba con Adán y
se le revelaba, y Adán conocía a Dios al aire del día. Además, la salvación
siempre se presenta como el establecimiento y realización del pacto de Dios,
esta relación de pacto no se debe concebir como algo incidental, como un medio
para un fin, como una relación que fue establecida mediante un acuerdo, sino
como una relación fundamental en la cual Adán estuvo ante Dios en virtud de su
creación.
La restauración de esa relación
de pacto fue la obra de Cristo, su gracia para con sus elegidos. El
cumplimiento de ese pacto es su gran comisión: someter todas las cosas y todas
las naciones a Cristo y a su palabra ley.
El mandato de la creación fue
precisamente el requisito de que el hombre sojuzgara la tierra y se enseñoreara
sobre ella. No hay ni una sola palabra en las Escrituras que indiquen o
impliquen que este mandato haya sido revocado. Hay palabras en las Escrituras
que declaran que este mandato debe cumplirse y se cumplirá, y «la Escritura no
puede ser quebrantada», según Jesús (Jn 10: 35). Los que intenten violarla
serán quebrantados.
7. ¿CUÁL ES EL RESUMEN DE LOS SEIS MANDAMIENTOS QUE CONTIENEN NUESTRAS
DEBERES PARA CON LOS HOMBRES?
A.
El resumen de los seis mandamientos que con tienen nuestros deberes para con
los hombres, es, amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Mat. 22:39. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
B.
Y hacer a los otros lo que queramos que ellos nos hagan. Mat. 7: 12. Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con
vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los
profetas.