¿CUÁL ES EL TERCER MANDAMIENTO?
A.
El tercer mandamiento es: No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano;
porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. Ex. 20:7.
1. ¿QUÉ EXIGE EL TERCER MANDAMIENTO?
A.
El tercer mandamiento exige que el nombre de Dios, sus títulos, atributos. Mat. 6:9. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre. Deut.
28:58. Si no cuidares de poner por obra todas las
palabras de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este nombre
glorioso y temible: JEHOVÁ TU DIOS. Sal.
68:4. Cantad a Dios, cantad salmos a su nombre; Exaltad
al que cabalga sobre los cielos. JAH es su nombre; alegraos delante de él. Sal. 29:2. Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; Adorad a Jehová en la
hermosura de la santidad. Comp. Apoc. 15:3, 4; Sal. 65:1-11.
B.
Ordenanzas. Ecl. 5. 1. Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para
oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen
mal. Mal
1:14. Maldito el que engaña, el que teniendo machos en
su rebaño, promete, y sacrifica a Jehová lo dañado. Porque yo soy Gran Rey,
dice Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones.
C.
La palabra. Salmo 138:2. Me postraré hacia tu santo templo, Y alabaré tu nombre por tu
misericordia y tu fidelidad; Porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra
sobre todas las cosas.
D.
Los sacramentos. 1 Cor. 11:23-29. Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor
Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo
partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido;
haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber
cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas
las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que
comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta
que él venga. De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa
del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por
tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor,
juicio come y bebe para sí.
E.
La oración. 1 Tim. 2:8. Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos
santas, sin ira ni contienda.
F.
Juramentos. Jer. 4:2. Y jurares: Vive Jehová, en verdad, en juicio y en justicia, entonces
las naciones serán benditas en él, y en él se gloriarán.
G.
Votos. Ecle. 5:2-4. No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir
palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra;
por tanto, sean pocas tus palabras. Porque de la mucha ocupación viene el
sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio. Cuando a Dios haces
promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos.
Cumple lo que prometes.
H.
Suertes. Hch. 1:24-26. Y orando, dijeron: Tú, Señor,
que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido,
para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por
transgresión, para irse a su propio lugar. Y les echaron suertes, y la suerte
cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles.
I.
Sus obras. Job 36:24. Acuérdate de engrandecer su obra, La cual contemplan los hombres.
J.
Y cualquiera otra cosa por lo cual él se da a conocer, sea santa y
reverentemente usadas en pensamiento. Mal.
3:16. Entonces los que temían a Jehová hablaron cada
uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria
delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre.
K.
Meditación. Sal. 8. ¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la
tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; De la boca de los niños y de los
que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar al
enemigo y al vengativo. Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las
estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él
memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que
los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las
obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello, Y asimismo las
bestias del campo, Las aves de los cielos y los peces del mar; Todo cuanto pasa
por los senderos del mar. ¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre
en toda la tierra!
L.
En palabra. Salmo 105: 1-5. Alabad a
Jehová, invocad su nombre; Dad a conocer sus obras en los pueblos. Cantadle,
cantadle salmos; Hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre;
Alégrese el corazón de los que buscan a Jehová. Buscad a Jehová y su poder;
Buscad siempre su rostro. Acordaos de las maravillas que él ha hecho, De sus
prodigios y de los juicios de su boca, Col. 3:17. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el
nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
ll.
Y por escrito: Sal. 102:18. Se escribirá esto para la generación venidera; Y el pueblo que está
por nacer alabará a JAH.
M.
Por una profesión santa. 1ª Ped. 3:15. sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre
preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que
os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; Miq. 4:5. Aunque todos los pueblos anden cada uno en el nombre de su dios,
nosotros con todo andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios eternamente y
para siempre.
O.
Una conversación intachable. Fil. 1:27. Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo,
para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que
estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del
evangelio.
P.
Para la gloria de Dios. 1 Cor. 10:31. Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la
gloria de Dios.
Q.
Y para el bien nuestro. Jer. 32: 39. Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente,
para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos.
R.
Y de otros. 1 Ped. 2: 12. Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que
en lo que murmuren de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el
día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.
2. ¿CUÁLES PECADOS PROHÍBE EL TERCER MANDAMIENTO?
A.
Los pecados prohibidos en el tercer mandamiento son, el no usar el nombre de
Dios de la manera que es requerida. Lev.
21:11-12. Ni entrará donde haya alguna persona muerta; ni
por su padre ni por su madre se contaminará. Ni saldrá del santuario, ni
profanará el santuario de su Dios; porque la consagración por el aceite de la
unción de su Dios está sobre él. Yo Jehová.
B.
Las cosas secretas pertenecen a nuestro Dios. Deut. 29:29. Las cosas secretas
pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para
nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.
C.
Y el abuso del mismo por una ignorante. Mal.
2:2. Si no oyereis, y si no decidís de corazón dar
gloria a mi nombre, ha dicho Jehová de los ejércitos, enviaré maldición sobre
vosotros, y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he maldecido, porque no
os habéis decidido de corazón.
D.
Vana. Hch. 17:23. Porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar
en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros
adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio.
E. Irreverente,
profana. Prov. 30:9. No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que
siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios.
F.
Supersticioso. Mal. 1:6, 7. El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo
padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová
de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y
decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar
pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la
mesa de Jehová es despreciable.
12. Y vosotros lo habéis profanado cuando decís:
Inmunda es la mesa de Jehová, y cuando decís que su alimento es despreciable. Mal. 3:14. Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos
su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos?
G.
O malvada costumbre, Jer. 7:4-14. No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de
Jehová, templo de Jehová es éste. Pero si mejorareis cumplidamente vuestros
caminos y vuestras obras; si con verdad hiciereis justicia entre el hombre y su
prójimo, y no oprimiereis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni en este
lugar derramareis la sangre inocente, ni anduviereis en pos de dioses ajenos
para mal vuestro, os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros
padres para siempre. He aquí, vosotros confiáis en palabras de mentira, que no
aprovechan. Hurtando, matando, adulterando, jurando en falso, e incensando a
Baal, y andando tras dioses extraños que no conocisteis, ¿vendréis y os
pondréis delante de mí en esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, y
diréis: Librados somos; para seguir haciendo todas estas abominaciones? ¿Es
cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado
mi nombre? He aquí que también yo lo veo, dice Jehová. Andad ahora a mi lugar
en Silo, donde hice morar mi nombre al principio, y ved lo que le hice por la
maldad de mi pueblo Israel. Ahora, pues, por cuanto vosotros habéis hecho todas
estas obras, dice Jehová, y aunque os hablé desde temprano y sin cesar, no
oísteis, y os llamé, y no respondisteis; haré también a esta
casa sobre la cual es invocado mi nombre, en la que vosotros confiáis, y a este
lugar que di a vosotros y a vuestros padres, como hice a Silo. 31. Y han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle del
hijo de Hinom, para quemar al fuego a sus hijos y a sus hijas, cosa que yo no
les mandé, ni subió en mi corazón.
H.
Mencionando o usando de cualquier otro modo sus títulos, atributos. Ex. 5:2. Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje
ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel. Sal. 139:20. Porque blasfemias dicen ellos contra ti; Tus enemigos toman en vano tu
nombre.
I.
Ordenanzas. Sal. 50:16-17. Pero al malo dijo Dios: ¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes, Y que
tomar mi pacto en tu boca? Pues tú aborreces la corrección, Y echas a tu
espalda mis palabras.
J.
U obras. Isa. 5:12. Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y
no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos.
K.
Por la blasfemia. 2 Rey. 19:22. ¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿Y contra quién has alzado la
voz, y levantado en alto tus ojos? Contra el Santo de Israel.
L.
Perjurio. Zac. 5:4. Yo la he hecho salir, dice Jehová de los ejércitos, y vendrá a la casa
del ladrón, y a la casa del que jura falsamente en mi nombre; y permanecerá en
medio de su casa y la consumirá, con sus maderas y sus piedras.
ll.
Toda maldición pecaminosa. Rom. 12:14. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. 1 Sam. 17:43. Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con
palos? Y maldijo a David por sus dioses. 2 Sam. 16:5. Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con
palos? Y maldijo a David por sus dioses.
M.
Juramentos. Jer. 5:7. ¿Cómo te he de perdonar por esto? Sus hijos me dejaron, y juraron por
lo que no es Dios. Los sacié, y adulteraron, y en casa de rameras se juntaron
en compañías. Jer.
23: 10-11. Porque la tierra está llena de
adúlteros; a causa de la maldición la tierra está desierta; los pastizales del
desierto se secaron; la carrera de ellos fue mala, y su valentía no es recta.
Porque tanto el profeta como el sacerdote son impíos; aun en mi casa hallé su
maldad, dice Jehová.
N.
Votos. Deut. 23: 10. Si hubiere en medio de ti alguno que no fuere limpio, por razón de
alguna impureza acontecida de noche, saldrá fuera del campamento, y no entrará
en él. Hch.
23:12-14. Venido el día, algunos de los judíos tramaron un
complot y se juramentaron bajo maldición, diciendo que no comerían ni beberían
hasta que hubiesen dado muerte a Pablo. Eran más de cuarenta los que habían
hecho esta conjuración, los cuales fueron a los principales sacerdotes y a los
ancianos y dijeron: Nosotros nos hemos juramentado bajo maldición, a no gustar
nada hasta que hayamos dado muerte a Pablo.
Ñ.
Suertes. Est. 3:7. En el mes primero, que es el mes de Nisán, en el año duodécimo del rey
Asuero, fue echado Pur, esto es, la suerte, delante de Amán, suerte para cada
día y cada mes del año; y salió el mes duodécimo, que es el mes de Adar. Y 9:24. Porque Amán hijo de Hamedata agagueo, enemigo de todos los judíos,
había ideado contra los judíos un plan para destruirlos, y había echado Pur,
que quiere decir suerte, para consumirlos y acabar con ellos.
O.
La violación de nuestros juramentos y votos, si son lícitos. Sal. 24:4. El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a
cosas vanas, Ni jurado con engaño. Eze.
17:16-19. Vivo yo, dice Jehová el Señor, que morirá en
medio de Babilonia, en el lugar donde habita el rey que le hizo reinar, cuyo
juramento menospreció, y cuyo pacto hecho con él rompió. Y ni con gran ejército
ni con mucha compañía hará Faraón nada por él en la batalla, cuando se levanten
vallados y se edifiquen torres para cortar muchas vidas. Por cuanto menospreció
el juramento y quebrantó el pacto, cuando he aquí que había dado su mano, y ha
hecho todas estas cosas, no escapará. Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:
Vivo yo, que el juramento mío que menospreció, y mi pacto que ha quebrantado,
lo traeré sobre su misma cabeza.
P.
O el cumplimiento de ellos si corresponden cosas ilícitas. Mar. 6:26. Y el rey se
entristeció mucho; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la
mesa, no quiso desecharla. 1
Sam. 25:22. Así haga Dios a los enemigos de
David y aun les añada, que de aquí a mañana, de todo lo que fuere suyo no he de
dejar con vida ni un varón. Y 32-34 Y dijo David a Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te
envió para que hoy me encontrases. Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú,
que me has estorbado hoy de ir a derramar sangre, y a vengarme por mi propia
mano. Porque vive Jehová Dios de Israel que me ha defendido de hacerte mal, que
si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, de aquí a mañana no le
hubiera quedado con vida a Nabal ni un varón.
Q.
Murmuración o queja contra los decretos de Dios. Rom. 9:14. ¿Qué, pues,
diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Y 19-20. Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a
su voluntad? Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios?
¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?
R.
Curiosas inquisiciones sobre ellos. Rom.
3:5-8. Y si nuestra injusticia hace resaltar la justicia
de Dios, ¿qué diremos? ¿Será injusto Dios que da castigo? (Hablo como hombre.)
En ninguna manera; de otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo? Pero si por mi
mentira la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como
pecador? ¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y como algunos, cuya
condenación es justa, afirma que nosotros decimos): Hagamos males para que
vengan bienes?
S.
O la aplicación falsa de los mismos. Col.
2:20-22. Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los
rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a
preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a
mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso?
T.
Así como los actos providenciales de Dios. Ecle.
8:11. Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la
mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para
hacer el mal. Sal.
73:12-13. He aquí estos impíos, Sin ser turbados del mundo,
alcanzaron riquezas. Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado
mis manos en inocencia.
U.
La mala interpretación. Mat. 5:21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que
matare será culpable de juicio.
V.
Aplicación. Eze. 13:22. Por cuanto entristecisteis con mentiras el corazón del justo, al cual
yo no entristecí, y fortalecisteis las manos del impío, para que no se apartase
de su mal camino, infundiéndole ánimo.
X.
Algún otro modo de pervertir la palabra o alguna parte de ella. 2 Ped. 3:16. casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre
las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e
inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia
perdición.
Mat. 22:24-31. Diciendo: Maestro, Moisés dijo:
Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará
descendencia a su hermano. Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos; el
primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su
hermano. De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo.
Y después de todos murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál
de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron? Entonces respondiendo
Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Porque en
la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los
ángeles de Dios en el cielo. Pero respecto a la resurrección de los muertos,
¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo.
Y.
Por chanzas profanas. Jer. 23:34-38. Y al profeta, al sacerdote o al pueblo que dijere: Profecía de Jehová,
yo enviaré castigo sobre tal hombre y sobre su casa. Así diréis cada cual a su
compañero, y cada cual a su hermano: ¿Qué ha respondido Jehová, y qué habló
Jehová? Y nunca más os vendrá a la memoria decir: Profecía de Jehová; porque la
palabra de cada uno le será por profecía; pues pervertisteis las palabras del
Dios viviente, de Jehová de los ejércitos, Dios nuestro. Así dirás al profeta:
¿Qué te respondió Jehová, y qué habló Jehová? Mas si dijereis: Profecía de
Jehová; por eso Jehová dice así: Porque dijisteis esta palabra, Profecía de
Jehová, habiendo yo enviado a deciros: No digáis: Profecía de Jehová.
Z.
Cuestiones curiosas o inútiles, charlas vanas, o el sostener falsas doctrinas. 1 Tim. 6: 3-5. Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de
nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está
envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras,
de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas
necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman
la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. Y 20-21. Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas
pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia,
la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén.
2
Tim. 2:14. Recuérdales esto, exhortándoles
delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada
aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes. Tit. 3:9. Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y
discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho.
A.
En abusar el nombre de Dios, de las criaturas o de alguna cosa que está bajo de
él; encantos. Deut. 18:10-14. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el
fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero,
ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es
abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas
abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. Perfecto
serás delante de Jehová tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a
agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios. Hch. 19:13. Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar
el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os
conjuro por Jesús, el que predica Pablo.
B.
Prácticas y concupiscencias pecaminosas. 2
Tim. 4:3-4. Porque vendrá tiempo cuando no
sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán
maestros conforme a sus propias concupiscencias, 4 y apartarán de la verdad el
oído y se volverán a las fábulas. Judas
4. Porque algunos hombres han entrado
encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta
condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro
Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. Comp. Rom. 13:13, 14; 1 Rey. 21:9.10.
C.
Difamación. Hch. 13:45. Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y
rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. 1 Juan 3. 12. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué
causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.
D.
Desprecio. 1 Ped. 4:4. A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en
el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan. 2 Ped. 3:3. sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores,
andando según sus propias concupiscencias. Sal. 1:1. Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo
en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado.
E.
Injuria. Hch. 13:45-46. Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y
rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. 46 Entonces Pablo y
Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario
que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no
os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Y 50. Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los
principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y
los expulsaron de sus límites. Hch.
4: 18. Y llamándolos, les intimaron que en ninguna
manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. Hch. 19:9. Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino
delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos,
discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno.
F.
O la oposición grave a la verdad, gracia y caminos de Dios. 1 Tes. 2:16. Impidiéndonos hablar a los gentiles para que éstos se salven; así
colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira
hasta el extremo.
Heb. 10:29. ¿Cuánto mayor castigo pensáis
que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre
del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?
G.
Hacer profesión de religión con hipocresía o por fines pecaminosos. 2 Tim. 3:5. Que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a
éstos evita. Mat.
23: 14. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas
oraciones; por esto recibiréis mayor condenación. Comp. Mat.
6: 1-3, 5, 16.
H.
Avergonzarse de ella. Mar. 8:38. Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta
generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de
él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
I.
O la vergüenza de ella por considerarla molesta. Sal. 73: 14-15. Pues he sido
azotado todo el día, Y castigado todas las mañanas. Si dijera yo: Hablaré como
ellos, He aquí, a la generación de tus hijos engañaría.
J.
Sin ninguna sabiduría. Efe. 5:15-17. Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como
sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 1 Cor. 6:5-6. Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni
aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, 6 sino que el hermano con el
hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos?
K.
Infructuosa. Isa. 5:4. ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella?
¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres? 2 Ped. 1:8-9. a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo
veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra
fe, que es la salvación de vuestras almas.
L.
O el andar en ella de un modo ofensivo. Rom.
2:23-24. Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la
ley deshonras a Dios? Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado
entre los gentiles por causa de vosotros.
ll.
O el abandonarla. Gál. 3:1-3. ¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la
verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente
entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros:
¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan
necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la
carne?
Hch. 6:9. Entonces se levantaron unos de la sinagoga
llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de
Asia, disputando con Esteban.
3. ¿CUÁLES SON LAS RAZONES ANEXAS AL TERCER MANDAMIENTO?
A.
Las razones anexas al tercer mandamiento están contenidas en estas palabras:
"Jehová tu Dios” y "porque no dará por inocente Jehová al que tomare
su nombre en vano," Ex. 20:7.
B.
Y son las que siguen: porque él es el Señor y nuestro Dios, y entonces su
nombre no debe ser profanado ni debemos abuso de él de ninguna manera. Lev. 19: 12. Y no juraréis falsamente por mi nombre, profanando así el nombre de tu
Dios. Yo Jehová.
C. Y
especialmente porque él no absolverá ni perdonará a los transgresores de este
mandamiento, y que él no permitirá que ellos escapen de su justo juicio. Deut. 28:58-59. Si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que
están escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y temible: JEHOVÁ
TU DIOS, 59 entonces Jehová aumentará maravillosamente tus plagas y las plagas
de tu descendencia, plagas grandes y permanentes, y enfermedades malignas y
duraderas.
Zac. 5:2-4. Y me dijo: ¿Qué ves? Y
respondí: Veo un rollo que vuela, de veinte codos de largo, y diez codos de
ancho. Entonces me dijo: Ésta es la maldición que sale sobre la faz de toda la
tierra; porque todo aquel que hurta (como está de un lado del rollo) será
destruido; y todo aquel que jura falsamente (como está del otro lado del rollo)
será destruido. Yo la he hecho salir, dice Jehová de los ejércitos, y vendrá a
la casa del ladrón, y a la casa del que jura falsamente en mi nombre; y
permanecerá en medio de su casa y la consumirá, con sus maderas y sus piedras. Comp. Eze. 36:21-23;
D.
Aun cuando muchos de ellos escapen de las censuras y castigos de los hombres. 1 Sam. 2: 12. Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de
Jehová. Y 17.
Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado
de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová. Y 22. Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo
Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo
de reunión.
EL TERCER MANDAMIENTO.
«No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará
por inocente Jehová a quien toma su nombre en vano.» En significado literal de
este mandamiento es impreciso.
Puede significar: «No pronunciarás el nombre de Dios de una manera
vana o irreverente»; o, «no pronunciarás el nombre de Dios para mentira», esto
es: «No Jurarás en falso.» La Septuaginta traduce así el pasaje: Ou lëpsë to onoma Kurio tou theou sou epi
mataiö. La Vulgata tiene: «Non assumes nomen Domini Dei tui in vanum».
Lutero, como frecuentemente, da el sentido libre: «Du sollst den Namen des
Herrn, deines Gottes, nicht missbrauchen.»
Nuestros traductores han adaptado la misma lectura. La antigua
versión Siríaca, el Targum de Onkelos, Filón y muchos modernos comentaristas y
exegetas entienden el mandamiento como dirigido contra jurar en falso: «No pronunciarás
el nombre de Dios para mentira.» Así Michælis el viejo en su Biblia Hebrea
anotada, explica: «ad vanum confirmandum: non frustra, nedum, falso.» Gesenius,
en su Léxico Hebreo, traduce así el pasaje: «Du sollst den Namen Jehová nicht
zur Lüge aussprechen; nicht falsch schwören.» Rosenmüller lo traduce: «Nolli
enunciare nomen Jova Dei tui ad falsum sc comprobandum.» Knobel lee así: «Nicht
sollst du erheben den Namen Jehová zur Nichtigkeit»; y añade:
«La prohibición se dirige especialmente contra jurar en falso.»
Esta interpretación es consecuente con el sentido de las palabras, por cuanto shawe’, traducida aquí como
«vanidad», o con la preposición, «en vano», significa en otros lugares
«falsedad» (véase Sal 12:3 (2); 41:7 (6); Is 59:4; Os 10:4). Levantar o
pronunciar el nombre de Dios para mentira significa naturalmente llamar a Dios
para que confirme una falsedad. La preposición lamed tiene también su sentido natural. Comparar Levítico 19:12:
«No juraréis falsamente [lashaqor] por mi nombre». El sentido
general del mandamiento se mantiene sea cual sea la interpretación que se
adopte. El mandamiento de no emplear mal el nombre de Dios incluye jurar en
falso, que es la mayor indignidad que se puede cometer contra Dios. Y así como
el mandamiento «No matarás» incluye abrigar todo tipo de pensamientos malignos,
así el mandamiento «No jurarás en falso» incluye todas las formas inferiores de
irreverencia en el uso del Nombre de Dios.
Dar falso testimonio y jurar en falso son pecados distintos por
cuanto jurar en falso es una negación práctica del ser y de las perfecciones de
Dios. Así, el tercer mandamiento prohíbe de manera especial no sólo el
perjurio, sino también todos los juramentos profanos o innecesarios, todas las
invocaciones a Dios hechas a la ligera, y todo uso irreverente de Su nombre.
Toda la literatura, profana o cristiana, muestra cuán fuerte es la tendencia en
la naturaleza humana a introducir el nombre de Dios incluso en las ocasiones
más triviales.
No sólo se emplean constantemente fórmulas como Adiós, Vaya usted
con Dios, Dios no quiera, que pueden haber tenido un origen piadoso, sin ningún
reconocimiento de su verdadera importancia, sino que incluso personas que
profesan temer a Dios se permiten emplear Su nombre como una mera expresión de
sorpresa. Dios está en todas partes. Él oye todo lo que decimos. El es digno de
la mayor reverencia de nuestra parte; y Él no tomará como inocente a quien en
ninguna ocasión use Su nombre de manera irreverente. Juramentos.
El mandamiento de no invocar a Dios para confirmar una mentira no
puede ser considerado como prohibiendo Su invocación para que confirme la
verdad. Los juramentos son de dos clases: Afirmativos, cuando afirmamos que una
cosa es cierta; y promisorios, cuando nos ponemos bajo una obligación de hacer
o de dejar de hacer ciertos actos. A esta clase pertenecen los juramentos
oficiales y los juramentos de adhesión. En ambos casos hay un llamamiento a
Dios como testigo.
POR
ELLO, UN JURAMENTO ES, EN SU NATURALEZA, UN ACTO DE ADORACIÓN. IMPLICA:
(1) Un reconocimiento de la existencia de Dios.
(2) De Sus atributos de omnipresencia, omnisciencia, justicia y
poder.
(3) De su gobierno moral en el mundo; y:
(4) De nuestra responsabilidad ante Él como nuestro Soberano y Juez.
Por ello, «jurar por el nombre de Jehová» y reconocerlo como Dios
es una y la misma cosa. Lo primero involucra lo segundo. Siendo éste el caso,
es evidente que a un hombre que niegue las verdades anteriormente mencionadas
no se le puede tomar juramento.
Para él, las palabras que pronuncia no tienen significado. Si no
cree que existe un Dios, o suponiendo que admita que hay algún ser o fuerza que
pueda llamarse Dios, pero si no cree que este Ser conoce lo que dice el
juramentado, o que Él castigará a quien jure en falso, todo el servicio es una
burla. Es una enorme injusticia, que tiende a disgregar los vínculos de la
sociedad, permitir a ateos que den testimonio ante tribunales.
La legitimidad de los juramentos. La legitimidad de los juramentos se puede inferir:
1. Por su naturaleza. Al ser actos de adoración involucrando el
reconocimiento del ser y de los atributos de Dios, y de nuestra responsabilidad
ante Él, son buenos en su naturaleza. No son supersticiosos, basados en ideas
incorrectas de Dios o de Su relación con el mundo; ni son irreverentes; tampoco
son inútiles. Tienen un verdadero poder sobre las conciencias de los hombres; y
este poder es tanto mayor según la fe del juramentado y de la sociedad en las
verdades de la religión sea más inteligente e intensa.
2. En las Escrituras, los juramentos, en ocasiones apropiadas, no
sólo se permiten, sino que están ordenados. [Cf. Dt 6:13; Is 65:16; Jer 12:16;
4:2.].Al mismo Dios se le presenta como jurando (Sal. 110: 4; He 6:13; 7:21).
También nuestro mismo bendito Señor, cuando fue conjurado por el sumo
sacerdote, no dudó en responder (Mt 26:63).
Las palabras son: Exorkizö
se kata tou Theou tou zontos, que son correctamente traducidas en
nuestra versión así: «Te conjuro [Te llamo a jurar] por el Dios viviente».
Meyer, en su comentario acerca de este pasaje, dice: «Una respuesta afirmativa
a esta fórmula era un juramento en el pleno sentido de la palabra.» Y la
réplica de nuestro Señor: «Tú lo dices», es la usual forma rabínica de
afirmación directa.
La palabra hebrea hishebiyah es traducida en la Septuaginta
como horkizö y Exorkizö, y en la Vulgata como
adjuro. Véase Gn 1:5, «mi padre me hizo jurar, horkizö me.» Nm 5:19, «Y el sacerdote Ia conjurará, horkiei autën.» Se ve en este pasaje,
lo mismo que en otros en el Antiguo Testamento, que los juramentos eran a veces
ordenados por el mismo Dios (Éx 22: 10). Por ello, no pueden ser ilegítimos.
Viendo, entonces, que un juramento es un acto de adoración, que
está ordenado en ocasiones apropiadas, que nuestro Señor mismo se sometió a ser
juramentado, y que los Apóstoles no dudaron en tomar a Dios como testigo de la
verdad de lo que decían, no podemos admitir que fuera intención de Cristo
proclamar todos los juramentos ilegítimos cuando dijo, como se registra en
Mateo 5:34: «No juréis en ninguna manera.» Esto supondría que la Escritura
contradice a la Escritura, y que la conducta de Cristo no se ajustó a Sus
preceptos.
Sin embargo, Sus palabras son muy explícitas. Significan en griego
lo que nuestra versión comunica. Nuestro Señor dijo, desde luego, «No juréis en
ninguna manera.» Pero en el sexto mandamiento se dice: «No matarás.» Sin
embargo, con ello no significa que no podemos matar animales para comer; esto
es permitido y ordenado. Tampoco prohíbe el homicidio en autodefensa porque
también está permitido.
Tampoco prohíbe la aplicación de la pena de muerte, porque no sólo
está permitida, sino que está mandada. El significado de este mandamiento nunca
ha sido objeto de dudas o de discusiones, porque está suficientemente explicado
por el contexto y por la ocasión, y por la luz que arrojan sobre él otras
partes de la Escritura.
Así como el mandamiento «No matarás» prohíbe sólo matar
ilegítimamente, igualmente el mandamiento «No juréis de ninguna manera» prohíbe
sólo los juramentos ilegítimos. Esta conclusión está confirmada por el
contexto. Una gran parte del Sermón del Monte de nuestro Señor está dedicada a
la corrección de perversiones de la ley introducidas por los escribas y los
fariseos. Ellos hacían que el sexto mandamiento prohibiera sólo el asesinato;
nuestro Señor dijo que prohibía todas las pasiones malignas.
Ellos limitaban el séptimo mandamiento al acto externo; Él lo
extendió al deseo interno. Ellos hacían que el precepto de amar al prójimo
fuera consistente con aborrecer a nuestros enemigos; Cristo dice: «Amad a
vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen.» De manera semejante, los
escribas enseñaban que la ley permitía todo tipo de juramentos, y jurar en
todas las ocasiones, siempre que no se cometiera perjurio; pero nuestro Señor
dijo:
Yo os digo que en vuestras comunicaciones no juréis de ninguna
manera; esto está claro por el versículo 37: «Sean vuestras comunicaciones (logos, palabra, conversación) Sí, sí;
no, no: porque lo que es más que esto proviene del mal.» Lo que nuestro Señor
condena es los juramentos innecesarios, coloquiales e irreverentes. No tienen
nada que ver con aquellos solemnes actos de adoración permitidos y ordenados en
la palabra de Dios.
Los judíos de aquella época tenían una especial adicción a jurar
coloquialmente, manteniendo que la ley sólo prohibía jurar en falso, o jurar en
nombre de dioses falsos; por esto el Señor tuvo tanta más ocasión para
reprender este pecado, y mostrar la maldad de tales juramentos. Normas que rigen la interpretación y
obligación de un juramento. Un juramento debe ser interpretado en base
del sentido llano y natural de las palabras o en el sentido en que se entienden
por parte de aquel a quien le es dado el juramento o por quien es impuesto.
Esto es un dictado simple de la honradez.
Si el juramentado entiende el Juramento en un sentido diferente al
que le da la parte a quien se le hace, todo el servicio es un engaño y una
burla. El comandante al que se refiere Paley, que juró a una guarnición de una
ciudad cercada que si se rendían no se derramaría ni una gota de su sangre, y
que luego los enterró vivos, se hizo culpable no sólo de perjurio, sino también
de un escarnio vil y cruel. El animus
imponentis, como se admite universalmente, tiene por tanto que
determinar la interpretación de un juramento.
Fue el hecho de que los Jesuitas inculcaron la legitimidad de la
reserva mental lo que más que ninguna otra cosa los constituyó en abominación a
los ojos de toda la Cristiandad. Fue esto lo que dio el más fuerte ímpetu al
látigo con el que Pascal los echó de Europa. Esta es una cuestión acerca de la
que personas que quieren ser honradas no siempre son suficientemente
cuidadosas. Su conciencia queda satisfecha si lo que dicen soporta una
interpretación consistente con la verdad, aunque su sentido evidente no lo sea.
Ningún juramento es obligatorio que obligue a alguien a hacer algo
ilegítimo o imposible. El pecado reside en hacer tal Juramento, no en romperlo.
La razón de esta norma es que nadie puede obligarse a cometer un pecado.
Herodes no estaba obligado a mantener su Juramento a la hija de Herodías cuando
ella le pidió la cabeza de Juan el bautista.
Pero un juramento voluntario de hacer lo que es legítimo y dentro
de la capacidad del juramentado liga la conciencia,
(A) incluso cuando su cumplimiento perjudica los intereses temporales
del juramentado. La Biblia pronuncia bendición sobre aquel que «aun jurando en
daño suyo, no por eso cambia» (Sal 15: 4).
(B) Cuando el juramento es obtenido mediante engaño o violencia.
En este último caso el juramentado hace elección entre dos males.
20. Véase Meyer en este pasaje, que hace referencia a Filón: De Spec. Leg; A. Lightfoot, Horæ; y Meuschen, N.T. ex Talm. Illustr. Véase. También Winer, Realwörterbuch. Y
Tholuck, Auslegung der Bergpredigt Christi. 3a edición, Hamburgo, 1845. A cierto caballero le acusaron de
haber escrito un cierto artículo en un diario. Él declaro que no lo había
escrito. Y era cierto. Pero lo había dictado.
Jura hacer un sacrificio para librarse de lo que teme más que la
pérdida de lo que promete ofrecer. Este puede a menudo ser un caso difícil.
Pero tal es la solemnidad de un juramento, y tal la importancia de que se
preserve su inviolable santidad, que es mejor sufrir injusticia que no
quebrantar un juramento.
El caso en el que el juramento se obtiene por engaño es más
difícil, porque cuando se practica este engaño el juramentado no tenía la
intención de asumir la obligación impuesta por el juramento. Por ello, podría
argüir plausiblemente que si él no había tenido la intención de asumir tal
obligación, no la había asumido. Pero, por otra parte, el principio involucrado
en la máxima comercial, caveat emptor,
se aplica a los juramentos. Cada uno está obligado a guardarse de los
engaños, y si engañado, tiene que atenerse a las consecuencias.
Además, aquellos a los que se ha hecho Juramento confían en él, y
actúan en base de él, y, en cierto sentido, adquieren derechos por él. Sin
embargo, las Escrituras son en esto, como en todos los casos, nuestra guía más
segura. Cuando los israelitas conquistaron Canaán, los gabaonitas que moraban
en la tierra enviaron delegados a Josué, pretendiendo provenir de un país
distante, y «Josué hizo paz con ellos, y celebró con ellos alianza
concediéndoles la vida; y también lo juraron los príncipes de la congregación.»
Cuando el engaño fue descubierto, el pueblo clamó por su
exterminio. «Mas todos los príncipes respondieron a toda la congregación:
Nosotros les hemos jurado por Jehová Dios de Israel; por tanto, ahora no les
podemos tocar» (Jos 9:15, 19). Este juramento, como se ve por 2 S 21: 1, tenía
la sanción de Dios, y el pueblo fue castigado cuando lo violaron. Votos. Los votos son esencialmente
diferentes de los juramentos, en cuanto a que no involucran ninguna invocación
a Dios como testigo, ni ninguna imprecación de Su desagrado.
UN VOTO
ES SIMPLEMENTE UNA PROMESA HECHA A DIOS.
LAS CONDICIONES DE UN
VOTO LEGÍTIMO SON:
Primero, en cuanto al objeto, o asunto de voto:
(1) Que sea en sí mismo legítimo.
(2) Que sea aceptable para Dios.
(3) Que esté en nuestro poder.
(4) Que sea para nuestra edificación espiritual.
Segundo, en cuanto a la persona que hace el voto:
(1) Que sea competente, esto es, que tenga la suficiente
inteligencia, y que sea sui juris. Un niño no es competente para hacer un voto;
tampoco lo es uno que esté bajo autoridad de manera que no tenga libertad de
acción en cuanto al voto pronunciado.
(2) Que actúe con debida deliberación y solemnidad, porque un voto es
un acto de adoración.
(3) Que sea hecho voluntariamente, y observado alegremente.
Todos estos principios son reconocidos en la Biblia: «Cuando hagas
voto a Jehová tu Dios, no tardes en pagarlo; porque ciertamente lo demandará
Jehová tu Dios de ti, y sería pecado en ti. Más cuando te abstengas de
prometer, no habrá en ti pecado.
Pero lo que haya salido de tus labios, lo guardarás y lo
cumplirás, conforme lo prometiste a Jehová tu Dios, pagando la ofrenda
voluntaria que prometiste con tu boca» (Dt 23:21-23). En Números 30:3-5 se
ordena que si una mujer en casa de su padre hace un voto, y su padre no se lo
permite, no se mantendrá,. «y, Jehová se lo dispensará, por cuanto su padre se
lo vedó.» El mismo principio se aplica a las mujeres casadas y a los hijos, en
base del evidente principio de que cuando se tocan los derechos de otros, no
tenemos libertad de menospreciarlos.
Todas las condiciones precisas para la legitimidad de un voto
pueden ser incluidas bajo la vieja fórmula: «judicium in vovente, justitia in
objecto, veritas in mente.» La
legitimidad de los votos. Acerca de esta cuestión hay poca o ninguna
diversidad de opinión.
QUE SON
LEGÍTIMOS ES EVIDENTE:
1. Por su naturaleza. Un voto es sencillamente una promesa hecha a
Dios. Puede ser una expresión de gratitud por algún favor señalado ya
concedido, o una promesa de manifestar tal gratitud por alguna bendición
deseada si Dios quisiera concedería. Así, Jacob hizo voto de que si Dios le
devolvía en paz a la casa de su padre, le consagraría un diezmo de todo lo que
poseía. La Biblia, especialmente los Salmos, abundan en ejemplos de tales votos
de acción de gracias a Dios.
2. El hecho de que las Escrituras contienen tantos ejemplos de
votos, y tantas instrucciones a que sean observados fielmente, es prueba
suficiente de que en su sitio, y en ocasiones apropiadas, son aceptables a los
ojos de Dios.
3. Pero en tanto que se debe admitir la legitimidad de los votos, no
deberían multiplicarse indebidamente, ni hacerse a la ligera, ni permitir que
interfieran con nuestra libertad cristiana. No sólo la violación de estas
reglas han producido los mayores males en la Iglesia de Roma, sino que los
cristianos protestantes también se han visto reducidos al mayor estado de
esclavitud por la multiplicación de los votos.
Cuando ocurren estos casos, es cosa sana y es correcto para el
cristiano afirmar su libertad. Así como un creyente no puede ser llevado
rectamente a la esclavitud por los hombres, tampoco puede rectamente hacerse
esclavo a sí mismo.
Debería recordar que Dios prefiere misericordia al sacrificio; que
ningún servicio es aceptable para Él que nos sea dañino; que no demanda de
nosotros observar promesas que jamás debiéramos haber hecho, y que los votos
por naderías son irreverentes, y que ni deberían ser hechos ni contemplados,
sino que deberíamos arrepentimos de ellos como pecados. Incluso
Tomás de Aquino dice: «Vota
quæ sunt de rebus vanis et inutilibus, sunt magis deridenda, quam
servanda.»